Sábado 24 de oct. de 1998

 








 

 


FAMILIA
La guerra contra las drogas

James A. Inciardi

La mayoría (de los consumidores) tiene un capital limitado para gastar en heroína. Hay una multitud de pasadores callejeros entre los cuales elegir. Que a uno lo engañen al comprar heroína o comprar heroína de inferior calidad es un riesgo omnipresente. La calidad de la heroína que habitualmente se consigue es mala. Los consumidores de heroína tienen experiencia o han oído referencias a la droga superior del pasado y pueden ocasionalmente haber conseguido heroína muy potente ellos mismos en años recientes. Los consumidores de heroína siempre buscan obtener la heroína de mayor calidad en un mercado confuso y no controlado. La mayoría parece sentir que las bolsas etiquetadas de heroína los ayudan en su búsqueda.

Sea a través de marcas o de rumores clandestinos, la búsqueda de la mejor heroína puede tener consecuencias letales. Durante febrero de 1975, por ejemplo, se corrió rápidamente la noticia por la comunidad de drogadictos de Miami de que un pasador de North Miani Beach tenía una provisión de heroína tan potente que dudaba en venderla. Como lo dijo un consumidor. "Se supone que es un don de Dios, un dios de nombre Bentley". El pasador en última instancia vendió su provisión, pero se obtuvo una muestra para analizarla. Según resultó, la droga era etorfina, uno de los muchos compuestos descubiertos por K.W. Bentley de Edimburgo, durante principios de los años sesenta a través de la manipulación de la molécula de morfina.

El compuesto de Bentley tenía una potencia varios miles de veces mayor que el de la morfina. Antes de que finalmente desapareciera de las calles, más de un buen montón de consumidores de heroína de Florida del Sur la habían robado y sufrido una sobredosis fatal.

El incidente de la etorfina de Miami no fue un caso aislado, pues la droga ha reaparecido periódicamente en las calles de Florida del Sur en los años ulteriores. Luego estaba la Porcelana Blanca, una variante pura pero rara y quizá mítica de heroína del sudeste asiático que fue una fantasía entre muchos consumidores de la Costa Oeste durante más de una década. "Echarle mano (inyectársela) es un sueño incesante", dijo un consumidor de Sacramento. A fines de 1980, el sueño finalmente se hizo realidad, o así pareció. Se corrió la noticia en el sur de California de que la Porcelana Blanca finalmente había llegado a las costas norteamericanas. Pero la droga no era en absoluto Porcelana Blanca y los consumidores empezaron a morirse por tomarla. Era 3-metilfentanil o TMF, un producto químico similar en su estructura al fentanil, un analgésico narcótico sintético entre 80 y 100 veces más potente que la morfina. Más aún, el TMF fue el primero de una serie constante de lo que se ha pasado a conocer como drogas diseñadas. Se las llama así porque son nuevas sustancias diseñadas alterando ligeramente la constitución química de otras drogas ilegales o estrechamente controladas; son prototípicamente más potentes y a menudo versiones contaminadas de fentanil, Demerol o algún otro narcótico sintético. Se ha descubierto una variedad que destruye las células cerebrales; otra produce los síntomas de la enfermedad de Parkinson y acelera el envejecimiento; una tercera paraliza a sus consumidores y una cuarta tiene una potencia 6.000 veces mayor que la heroína, produciendo una muerte instantánea.

 

 

 


 

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