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En lo profundo de la patria, en las riberas del indígena Cubitá, en tiempos de colonizadores, nace hace siglos, en el mes de noviembre, en el día de todos los santos, un pueblo español llamado La Villa, La Villa de Los Santos.
En el pueblo de La Villa, como muchos lo llaman, fue el lugar que en el recordado noviembre, los habitantes de la misma, en tropel se revelaron contra el temible gobierno español, para librar a la Patria, de las cadenas de sumisión y esclavitud que los retenía de la libertad. Los Santos, tú mi tierra, tierra que me abrazó con su calor en mis primeros días de vida, ya que tú en mi infancia tranquila, fuiste la primera que vi, la primera que pisé en aquellos días de temprana edad.
El río que acaricia tu contorno, la exuberante vegetación, cubre como un manto de verdor tus límites larga y extensamente, mientras las palmeras ondean como ondea tu bandera tricolor con la cálida brisa tropical, que hasta los más altos cerros llega sin rapidez.
El Juan Díaz y el Barco, miran el pasar del tiempo observando los cambios que poco a poco le siguen al pasar de los años mientras tu gente espera con ansia la modernización de los tiempos actuales y el constante avance de la tecnología sobre el mundo.
Eres el lugar en donde el folclore istmeño nació de los campesinos y la tierra santeña, dando así lugar a la creación de la música panameña y a los hermosos y elegantes vestidos típicos que lucían y lucen las mujeres santeñas, mujeres que muchas de ellas heredaron de las primeras colonizadoras la belleza de la mujer española. |
