ABRACADABRA
"¡Unidad opositora ya!"
"Las encuestas ya pronosticaron cuál
será el resultado del actual divisionismo"
Carlos Guevara Mann
Las encuestas de opinión
son un fenómeno reciente en Panamá, porque a través
de la manipulación y el atropello, la dictadura de los militares
y el PRD impidió su desarrollo.
Desalojada la dictadura, las encuestas tuvieron su primera gran prueba
en 1994, prueba que -sin embargo- no pasaron con muy buenas calificaciones,
porque, como todos recordamos, subestimaron la candidatura de Mireya Moscoso
y sobrestimaron las de Carles y Blades.
Estos antecedentes, aunados a la existencia de empresas encuestadoras,
vinculadas a personajes allegados a la torodictadura, que son un fraude
completo, hacen que persista en nuestro medio cierto recelo hacia las encuestas.
Hay, sin embargo, que tomar en cuenta los adelantos que otras compañías
dedicadas a medir la opinión del público han registrado en
los últimos años.
Me refiero específicamente a Dichter y Neira, que realiza encuestas
para el diario La Prensa, como también a la CID/Gallup, que las hace
por encargo de El Panamá América.
Previo al referéndum del 30 de agosto, ambas pronosticaron, con
tino singular, la aplastante derrota de la propuesta reeleccionista.
Más recientemente, a mediados del mes pasado, ambas han coincidido
en colocar al candidato del PRD, Martín Torrijos, a la cabeza de
las preferencias públicas, con aproximadamente un 40% de simpatías,
y a los candidatos de oposición, varios puntos más atrás.
Por los lados de la oposición dividida, estos resultados han generado
toda clase de interpretaciones: que las encuestas no son infalibles y que
las que cuentan son las de "carne y hueso"; o que el 40% de Torrijos
"es el producto de la novedad y de la reciente actividad nacional realizada
por el PRD", como lo señaló Willy Cochez en La Prensa
el miércoles pasado (25.11.98).
Algo de cierto hay en estos comentarios, pero el punto que prevalece
-y el mensaje que deben recibir y procesar adecuadamente los dirigentes
opositores- es el siguiente: el divisionismo y las malas decisiones han
mermado el apoyo popular a la oposición, al punto que corremos el
riesgo de que el 2 de mayo vuelva a ganar el PRD, no sólo la Presidencia,
sino también una mayoría en la Asamblea.
A pesar de su "triunfo" en las internas del PDC del domingo,
estos meses de campaña han debido servirle a Alberto Vallarino, quien
es un hombre inteligente, para darse cuenta de que su candidatura no tiene
mayores posibilidades, porque el pueblo la entiende como el producto del
resentimiento de un mal perdedor.
Y a Mireya Moscoso, la actividad posterior al referéndum debe
haberle confirmado que el 67% del electorado que votó NO a la reelección
tampoco quiere divisionismo, y que el sectarismo y la chabacanería
de algunos personajes que se vinculan a ella le han restado simpatías.
Al manifestar su anuencia a reconciliarse con Vallarino y su grupo, doña
Mireya ha actuado con sensatez, como lo han hecho también algunos
dirigentes del MOLIRENA, quienes han sugerido cederle la candidatura a la
Primera Vicepresidencia a Alberto Vallarino, con el fin de lograr, finalmente,
la unión de la oposición.
A los politiqueros, sin embargo, no conviene que se dé esta unión.
Muchos de los que como "independientes" o desde el PDC, el Liberal
y Renovación Civilista apoyan a Vallarino, continúan efectuando
declaraciones que dificultan la unidad opositora.
Son incapaces de apreciar el panorama completo: sólo ven la política
a través del prisma de sus intereses personales, y al diablo con
la República. "×Qué gane el PRD, antes que Mireya!",
parece ser su lema.
Ahora que se ha dado una nueva oportunidad, sin embargo, los dirigentes
de ambas facciones en que está dividida la oposición deben
recuperar la visión nacional que el país espera de sus líderes
políticos.
Como lo advirtió en La Prensa don Marco J. de Obaldía (27.11.98),
hay que insistirles a los políticos de oposición "que
se dejen de niñerías y que no fragüen una réplica
de la insensatez de la pasada contienda electoral".
Para eso son dirigentes: para saber cuándo hay que rectificar
y corregir rumbos equivocados. Y las encuestas ya pronosticaron cuál
será el resultado del actual divisionismo.
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