El recrudecimiento de la violencia en México a manos del crimen organizado en 2010 empañó las celebraciones del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución, que quedaron en un segundo plano ante una lucha sangrienta que parece no tener fin.
A principios de noviembre ya se habían superado los 10, 000 crímenes en el país, según recuentos de la prensa, lo que sitúa en cerca de 30, 000 la cifra de muertes violentas desde que el presidente Felipe Calderón llegó al poder hace cuatro años y emprendió una guerra contra los carteles del narcotráfico.
Las matanzas indiscriminadas de jóvenes en varios estados del norte, el asesinato de 72 inmigrantes centroamericanos en Tamaulipas, la explosión de varios coches bomba y los ataques con granadas a instalaciones policiales supusieron un nuevo paso en la escalada violenta de los carteles de la droga.
También continuaron los ataques a medios de comunicación y periodistas, con once profesionales muertos a manos de sicarios, y se incrementaron los asesinatos de políticos con un candidato a gobernador, un ex gobernador y trece alcaldes en la lista de víctimas mortales.
Ante este panorama, el Gobierno de Felipe Calderón incrementó los efectivos en las zonas más violentas y capos como "Nacho" Coronel, Nazario Moreno "El Chayo" o Ezequiel Cárdenas Guillén "Tony Tormenta" murieron en tiroteos con las fuerzas de seguridad.
Las autoridades mexicanas también detuvieron a narcotraficantes como Edgar Valdés "La Barbie", Sergio Villarreal "El Grande" o Teodoro García Simental "El Teo".