MENSAJE
M�s que talentos
Hermano Pablo
Cr�tica en L�nea
Es un buen radio el�ctrico; te va a gustar�, dijo Donald Gaskins. Y alarg� a su compa�ero de trabajo, Rodolfo Tyner, algo que parec�a un peque�o radio receptor. �Lo hice con mis propias manos�, agreg�. Y Rodolfo, un hombre de color, acept� el regalo con cierta desconfianza. Cuando estuvo solo quiso encender el peque�o aparato. Pero no era un radio receptor. Era una bomba. La bomba explot�, y Rodolfo muri� en el acto. Ocho a�os despu�s, otro aparato el�ctrico dio cuenta de Donald Gaskins. Fue la silla el�ctrica de la prisi�n del estado de Carolina del Sur, Estados Unidos. Hay personas en este mundo que tienen grandes talentos, personas capacitadas para triunfar en cualquier profesi�n o descollar en cualquier oficio. Donald Gaskins era una de ellas. Era un supergenio en cuestiones el�ctricas. Pod�a desarmar y volver a armar desde una peque�a m�quina de afeitar hasta un complejo grupo electr�geno. Sin embargo, carec�a de moral. Sab�a de electricidad, pero ignoraba las buenas costumbres, la honradez, el ser hombre de bien. Alcoh�lico y drogadicto, aborrec�a a todo el que no fuera blanco. Odiaba a los orientales, a los negros, a los pieles rojas. Un d�a mat� a un hombre con un arma de fuego. Ese asesinato colm� la medida de sus cr�menes. Juzgado y condenado, lo sentenciaron a la silla el�ctrica. Bromeando antes de morir, dijo: �Si esa silla se descompone, yo mismo la arreglo.� C�nico en la vida y en la muerte, lleg� por fin a su destino inevitable. No basta con ser vivaz. No basta con adquirir destreza en cualquier arte u oficio. El hombre necesita, adem�s de talentos naturales, moralidad y decencia. Si no, todos los talentos con que haya nacido o que haya adquirido no le sirven de nada, como no sea para llevarlo a la c�rcel, y finalmente, a la muerte. Para toda persona que lleva la carga de alg�n dolor, de alguna confusi�n, de alguna pena o de alguna incomprensi�n, hay liberaci�n. Porque la Persona que m�s sabe acerca de nosotros, Jesucristo, tiene la respuesta a nuestra necesidad. �l es comprensivo, amoroso, sensible y tierno. Y quiere darnos la libertad, pues muri� para que fu�ramos libres. El perd�n de Cristo es infinito, como lo es tambi�n su poder. Confiemos en su amor y entregu�monos en sus brazos. �l desea ser nuestro eterno Salvador.
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