EDITORIAL
Pinochet y Panam�
El exdictador Augusto Pinochet, ya no es el hombre fuerte que manej� durante 17 a�os con mano de hierro al r�gimen chileno. Ayer el juez brit�nico Ronald Bartle autoriz� extraditar a Espa�a al exmilitar, para que enfrente a la justicia por las torturas y desapariciones de izquierdistas. El fallo caus� una explosi�n de alegr�a entre los familiares de las v�ctimas del r�gimen castrense chileno. El octogenario Pinochet hace m�s de un a�o colg� el uniforme militar que utiliz� durante 65 a�os de su vida, para colocarse el saco de senador vitalicio. Hoy viejo y enfermo, poco puede hacer valer el lema de su ej�rcito: "siempre vencedor, jam�s vencido". Augusto Pinochet est� perdiendo su �ltima batalla en los tribunales. La justicia espa�ola le formula m�s de una treintena de cargos a su r�gimen al que se le atribuye la desaparici�n de 3,000 adversarios. Por iron�a de la vida, el militar acusado de violar los derechos humanos, tiene una puerta abierta para escapar de los cr�menes que se le atribuyen: las razones humanitarias. Pero los familiares de los desaparecidos quieren el juicio en Espa�a. Las heridas siguen abiertas y no es para menos. Tal vez por eso el Departamento de Estado norteamericano public� una serie de documentos (1,100 archivos exactamente), hasta ahora secretos, en los que se revela la vinculaci�n de la CIA en el golpe de Estado que derroc� al presidente Salvador Allende y llev� al poder a Pinochet. Bien o mal, el caso Pinochet parece tomar el rumbo definitivo del debate, cara a cara, entre el dictador y sus acusadores. S�, muchas preguntas no encontrar�n respuestas y el sabor amargo de la impunidad arrancar� de tantas bocas la mueca de la insatisfacci�n. Pero se habr� avanzado un paso hacia la paz y la justicia. En Panam�, el hallazgo de los presuntos restos del padre H�ctor Gallego ha reabierto las heridas causadas por los militares. Los familiares de los desaparecidos reclaman justicia y la confesi�n de los asesinos, que tarde o temprano deber�n romper el silencio, porque la justicia tarda, pero en alg�n momento llega.
PUNTO CRITICO |
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