Mientras el sol calienta, una mujer recorre las veredas con una jarra de chicha bien fría, vendiendo el vaso a 0.25 y con lo cual calma momentáneamente la sed de los que trabajan arreglando las tumbas.
Con la proximidad del Día de los Difuntos, los familiares acuden personalmente a remozar las tumbas de sus seres queridos o pagan para que otros hagan el trabajo de lavar y pintar las bóvedas y cruces deterioradas.
Pedro Graciani lleva 37 años de laborar en el cementerio de La Chorrera, en donde comenzó quitando la maleza, lavando, pintando y haciendo letras, entre otras cosas.
Durante esos años le ha tocado ver muchas cosas, entre ellas, cuerpos de personas con 12 y más años de sepultadas, los cuales al ser exhumados están intactos como el primer día en que fueron enterrados, lo que resulta impresionante.