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Martes 4 de enero de 2000


MENSAJE
�Qui�n es nuestro vecino?

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Hermano Pablo
Costa Mesa, California

El enorme cami�n de dieciocho ruedas corr�a velozmente. De repente la parte trasera del cami�n roz� un peque�o veh�culo, y �ste, un furg�n liviano, salt� de la carretera y cay� a un barranco de veinticinco metros de profundidad. Dentro del veh�culo estaba la due�a, una mujer paral�tica que manejaba el coche con aparatos especiales.

La mujer, Linda Myers, trat� de pedir auxilio por medio de la radio en su veh�culo. Durante horas estuvo haciendo llamadas de emergencia, y aunque muchos escucharon las llamadas, ninguno hizo caso.

Al fin de catorce largas horas, con desesperaci�n ella clam�: "�Se�or, haz que alguien venga a socorrerme!". En ese momento otro camionero, que hab�a o�do su llamada, le respondi�, y enseguida llam�, tambi�n por radio, a la polic�a. Esa fue su salvaci�n. El camionero y la polic�a llegaron a su rescate. Linda pudo luego declarar: "Cuando toda comunicaci�n humana falla, siempre queda Dios".

Este caso est� lleno de interrogantes. En primer lugar, �c�m pudo ese chofer golpear un autom�vil, por peque�o que fuera, sin advertir el accidente? Tampoco se explica el o�do sordo de tantos otros choferes que oyeron el clamor de angustia de esa pobre mujer sin hacer caso alguno.

Es una indicaci�n del ego�smo que existe hoy en el mundo. Nadie piensa en los dem�s. Pensamos s�lo en nosotros mismos y en nuestros propios asuntos. Si el vecino, o nuestros familiares, incluso a�n nuestros propios padres, sufren angustia, o dolor, o soledad, y buscan en nosotros alg�n alivio, nuestros quehaceres personales son m�s importantes que la aflicci�n de ellos.

Jesucristo cuenta un caso similar. Un hombre, que iba de Jerusal�n a Jeric�, cay� entre ladrones que lo despojaron de todos sus bienes y lo dejaron herido de muerte. Pas� primero un rabino, y luego un levita, dos hombre de la religi�n del herido, pero siguieron su camino dej�ndolo desangrar.

Pas�, entonces, un samaritano. Este era un hombre de negocios. El atendi� al herido, llev�ndolo consigo y dej�ndolo al cuidado de un mesonero. A �ste le dijo: "Si algo m�s gastara de lo que te dejo, al regreso lo pagar�".

�Cu�l es la lecci�n? Que todos somos responsables de cuidar al herido. Este puede ser cualquier persona que est�, simb�licamente hablando, tirada en el camino. Nuestro llamado debe ser salvar a ese herido junto al camino.

Pid�mosle a Dios un coraz�n compasivo. Nuestras acciones reflejar�n lo que hay en nuestro coraz�n. Pid�mosle a Dios un coraz�n as�.

 

 

 

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