Falla en el sistema de frenos
Hermano Pablo
California
Altas cumbres de los Andes venezolanos. El camino baja y sube como gris�cea serpiente de cemento. Hay curvas, y hay descensos, y hay abismos que se abren a ambos lados del camino, ora a la izquierda, ora a la derecha. Los paisajes son de ensue�o, y el tiempo, bueno y pl�cido. Un �mnibus del liceo militar �J�uregui� corr�a a excesiva velocidad. Iba cargado de j�venes estudiantes. Al aproximarse a un puente entre las localidades de La Grita y La Fr�a, estado de T�chira, el chofer intent� aplicar los frenos. Pero los frenos no respondieron. El autob�s fall� la entrada al puente y cay� al abismo. En la ca�da y en el incendio que sigui�, murieron destrozados y quemados treinta y cuatro estudiantes. Falla de frenos. Eso fue todo. Muchas tragedias como �sta se registran anualmente en todas partes del mundo. Falla de frenos. Cuando m�s se necesitan buenos frenos para detener la marcha de un veh�culo cargado de almas, es cuando fallan. Y quedarse sin frenos es anticipo de cat�strofe y de muerte. Un auto, un cami�n, un tren, que se queda sin frenos, es un veh�culo que se precipita hacia un desastre inevitable. �Y qu� del hombre que se queda sin frenos morales? Tambi�n se precipita hacia desastres, problemas y ruinas. Un hombre que se queda sin frenos morales dice una palabra hiriente, que quisiera retirar en el acto, pero ya no puede. Y esa palabra hiriente puede traer la ruptura de una vieja amistad. Un hombre que se queda sin frenos morales puede beber un d�a hasta rodar por el suelo, y ese puede ser el principio de su ruina total. Porque el alcohol es un inquilino insidioso que, una vez metido dentro, ya no quiere salir. Un hombre que se queda sin frenos morales puede caer en el adulterio, y ese adulterio quebrar el coraz�n de la esposa, disolver el hogar, estropear la salud mental de los hijos y hacer naufragar a toda la familia. Y eso que los frenos morales del hombre son muy fr�giles. Se descomponen y fallan f�cilmente. Por eso necesitamos de otros frenos, frenos que jam�s fallen. Y esos frenos de la conducta, las palabras y las acciones s�lo los tiene Cristo. Hagamos de Cristo el Se�or y Salvador de nuestra vida, y nuestro supremo conductor moral.
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