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RESCATE DEL OLVIDO
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José Morales Vásquez [email protected] | Cr�tica en L�nea

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En el Banco Internacional de Panamá (BIPAN) exhibió en 1984 sus delicadas acuarelas de la colección "Panamarina"

Continuamos con la parte final del artículo dedicado a "Memén López". Una vida profesional dedicada a la industria de los materiales de la construcción y ejercicio independiente del diseño arquitectónico, así como la devoción que siempre brindó a su familia, quisieron que Memén fijara en su mano el pincel cuando muchos no piensan en emprender nada nuevo, mucho menos no piensan aceptar el reto de las artes. Así, bien entrado en los sesenta, lleno de entusiasmo y convencido de que "querer es poder" hasta con las musas, Memén inició una carrera autodidacta que le ha permitido, a la fecha, realizar tres exposiciones en nuestro país.

En el Banco Internacional de Panamá (BIPAN) exhibió en 1984 sus delicadas acuarelas de la colección "Panamarina", una fina explosión de belleza paisajista que evoca, en los litorales e islas de formato más breve, las maravillas del arte miniaturista japonés.

En 1990, Memén participó en la significativa muestra "Patria de mis Amores", en la que el Chase Manhattan Bank presentó a dos fotógrafos y dos pintores panameños. Finalmente, hace dos años, expuso en una colectiva local de pintura en la Galería Balboa.

Recién viudo, una necesidad de compañía llevó a Memén a inscribirse en unos cursos de pintura en el Centro de Arte y Cultura, pero él se declara convencido de que sus logros artísticos se deben más que nada a ese acucioso afán que lo ha llevado a leer, visitar dentro y fuera de Panamá, museos y galerías, adquirir videos sobre historia de arte y, sobre todo, pintar pintar y pintar.

El creciente amor por la plástica ha conducido a Memén hacia una nueva afición: la de los marcos y bastidores. Conocedor desde joven, gracias a su ejercicio profesional, de todas las aristas del noble oficio de la ebanistería, nuestro personaje "jubiloso" ha logrado confeccionar para sus obras unos marcos que constituyen, por sí solos, nuevas creaciones de arte.

Siempre interesado en innovaciones que enriquezcan su gran mundo interior, el año pasado, Memén tomó un curso de serigrafía que lo interesó hasta el punto de que, en su muy pintoresco atelier improvisado en un ángulo de su apartamento, Memén fabricó por su propio ingenio la cámara reveladora y todos los implementos que requiere la técnica serigráfica para revelar en blanco y negro algunos de sus dibujos a plumillas con tinta negra.

Imbuido ahora en el cultivo del óleo. A la pregunta de qué ocurre con sus acuarelas, en las que logró verdaderos prodigios. Memén esboza su sonrisa inefable y con una picardía que le baila en los ojos, bromea: "Eso es algo muy serio (refiriéndose, obviamente, al ensayo de cada técnica). Yo soy hombre de andar con una sola mujer.

La incesante, apasionada viuda que hay en el arte es captada con la coqueta belleza de un madrigal en estas palabras del gran Memén, mi pariente admirado y muy querido.

Es figura tan vieja como la vida misma asimilar nuestra existencia a un río. Y esa acuidad antarina y fluida que extrañan emotivamente los árboles, riachuelos, los lagos y las playas de las obras de Memén, la vida misma de este octogenario que parece aligerarse del paso de los años: "El pincel es mi espada contra el tiempo". Pinto para mi propia satisfacción, con la única ambición de que mis obras satisfagan el paladar espiritual de quien las mire". Y uno se queda pensando, al ver el árbol añejo, cargado de amor y vida que termina Memén ahora: Así se pinta para llegar a Dios.

 


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