Jueves 11 de febrero de 1999

 








 

 


MENSAJE
La jabalina traicionera

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

Siempre le gustaron los deportes y siempre se destacó en ellos. A los 16 años de edad, Alfredo Judd descollaba en béisbol, fútbol, atletismo y natación. Ultimamente había empezado a practicar disco y jabalina para intervenir en una olimpiada intercolegial.

En uno de sus ensayos, Alfredo empuñó la jabalina y corrió para lanzarla, pero tropezó. La jabalina se le escapó de las manos, dio una voltereta en el aire y se clavó en el suelo por una punta. Alfredo, que sigui corriendo, cayó sobre la otra punta de la jabalina, y esta quedó clavada en su cuerpo. La jabalina lo atravesó por el vientre, de lado a lado.

Por favor, Dios mío, sálvame, fue la oración de Alfredo. Y aunque tenía atravesados estómago y páncreas, el joven pudo sacarse la jabalina del cuerpo, y tener todavía ánimo de correr hasta alcanzar a sus compañeros.

El comentario del muchacho a los periodistas fue: Me libraron mi deseo de competir, y mi Dios, que nunca me falla.

Quién dice que un joven estudiante, fuerte y competidor, no puede o no debe clamar a Dios en el momento de necesidad? Hay muchos que así dicen, o cuando menos así piensan. En estos últimos tiempos hay cierto cinismo hacia el que confiesa tener fe en Dios. Más aún, muchos niegan a Dios abiertamente y se mofan de su santa Palabra, la Biblia. Pero hay también muchas personas que dan testimonio claro y transparente de su fe en Dios.

Volaba yo de San Salvador a Los Angeles, California. En el momento apropiado el capitán comenzó su anuncio de rutina: velocidad del avión, la altura, hora de arribo a Los Angeles, temperatura y demás información pertinente al vuelo. Luego terminó su anuncio diciendo: Y que Dios los bendiga a todos. Yo le mandé una notita en mi tarjeta diciéndole: Y que Dios también lo bendiga a usted, señor Capitán. Me mandó a llamar a la cabina y resultó ser un declarado creyente en Cristo.

No tengamos miedo de confesar nuestra fe en Dios. Si no tenemos esa fe, hagamos entonces la primera oración que toda persona tiene que hacer. Ten compasión de mí, que soy pecador. Jesucristo corresponderá a nuestra plegaria, y nos dará la paz insondable y la seguridad de la vida eterna que Dios da a todo el que lo busca. Hagamos de Cristo el Señor de nuestra vida.

 

 

 

 

CULTURA
Panamá será sede del primer congreso misionero

 

PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


   Copyright 1995-1999, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.