Al menos 65 personas murieron y varios centenares quedaron atrapadas entre los escombros de los edificios derruidos ayer por el fuerte terremoto que sacudió la ciudad de Christchurch, en el sur de Nueva Zelanda.
El primer ministro neozelandés, John Key, dijo poco después de sobrevolar la ciudad que "Christchurch es una zona de desastre total" y señaló que era uno de los "días más oscuros" de la historia de Nueva Zelanda.
Las imágenes de los canales neozelandeses de televisión mostraron cómo los servicios de rescate extraían cadáveres y ciudadanos de a pie ayudaban a los heridos, ensangrentados y conmocionados, a salir de entre los cascotes de algunos edificios del centro de la ciudad que se desmoronaron tras el temblor, al que le siguieron otros dos de menor fuerza, uno de estos de 5.9 grados.
"Es una tragedia absoluta para esta ciudad y para Nueva Zelanda", dijo el primer ministro a los periodistas.
El director de Defensa Civil, John Hamilton, indicó en rueda de prensa que era probable que el número de víctimas mortales aumentara a medida que se avanzasen las labores de los equipos de rescate en los edificios derruidos o dañados, la mayor parte ubicados en el centro comercial y financiero de Christchurch.
Las tuberías de agua se rompieron e inundaron decenas de casas.