Entre las filas de la Policía Nacional se encuentra la subteniente Mayra Pérez, quien desde muy pequeña admiraba ver a los uniformados, razón por la que tomó la decisión de ingresar a las filas, meta que logró en enero de 1985.
La oficial, a través de los años, se encargó de inculcar a toda su familia lo que significa ser una buena unidad policial, cuya misión primordial es la de salvaguardar vida, honra y bienes de los ciudadanos, pero siempre caminando en el marco de la lealtad, la verdad y la honestidad.
Esta manera de proceder con su familia caló tanto en los suyos que muchos de ellos se animaron e ingresaron a la Policía Nacional. Entre estas personas se encuentra su hijo, quien es sargento de la institución.
La subteniente Pérez, en sus años de servicio, ha patrullado en las calles para combatir la delincuencia, haciendo honor al lema policial de "proteger y servir" a la comunidad. Adicional a esto, ha disfrutado de gran manera su labor realizada en diferentes centros de orientación infantil de la institución.
MADRE E HIJO TRABAJARON JUNTOS
Una de las anécdotas más importantes dentro de su carrera policial y que más recuerda la subteniente fue cuando en unos Carnavales ella y su hijo se arreglaron los uniformes en su residencia y luego partieron en buses distintos para su área de responsabilidad.
Relata Pérez que al momento de formar por grupos para prestar seguridad se percató que una de las unidades a su mando era casualmente su hijo, aunque nadie tenía conocimiento de eso. Ante esto llamó aparte a su hijo para dejar las cosas claras y le indicó que ella en ese momento no era su madre sino la encargada del grupo y pasara lo que pasara él tenía que acatar sus órdenes.
Al pasar las horas del turno se formó una riña y ella mantuvo alejada a la unidad (su hijo) hasta que finalizó y nos comentó que en ese momento no pensó como policía sino como madre.
Al finalizar el turno, ambos llegaron al cuartel, donde la subteniente Pérez habló con su hijo y le manifestó que el ser su madre la motivó a no permitirle que se metiera en la riña, a lo que el sargento le contestó que si las cosas se hubiesen complicado él, como hijo, la hubiera protegido porque era su madre, sin importarle que lo sancionara y que no cumpliría ninguna orden de ella en esas circunstancias.
A cuatro años de su jubilación, la subteniente Pérez señala que esta es la mejor experiencia que ha vivido dentro de la institución, porque no es lo mismo lidiar con una unidad que se ve como un amigo, compañero, superior o subalterno, que tratar a un ser que salió de sus entrañas. Esta es una historia que llevará siempre en su mente y corazón.
TIENE FE EN LA VIRGEN
Siendo creyente en Dios Todopoderoso, señala la oficial que todos los días, antes de salir de su hogar, se encomienda a la Virgen María, ya que ella es muy devota, y tiene la fe y confianza que siempre la madre de Jesús la va estar cuidando por cualquier adversidad que pueda sucederle mientras realiza la labor policial.
"La fe mueve montañas y hay que estar en los brazos de Dios para que tome el control de nuestras vidas", indico Pérez.
MOTIVA A LOS COMPA�EROS
Dentro del don de mando, todo superior debe enseñar, corregir y motivar a sus subalternos. Esta parte es cumplida a cabalidad por la subteniente, quien les comunica a los nuevos policías sobre la importancia de estar siempre alerta ante las situaciones que sucedan en las calles, y que el uniformado es policía las 24 horas de día y, si están en sus días franco o libre, hay que cumplir la misión de proteger a los ciudadanos.
Actualmente, la subteniente Mayra Pérez labora en el área de Comunicación de la Zona de Policía del Canal, brindado sus conocimientos a todas las unidades que se encuentran a su alrededor y en especial a esta sección, para que todo lo aprendido durante una trayectoria de 26 años sea traspasado y sirva para mejorar la seguridad.
Fuera de los cuarteles habla con la ciudadanía y motiva a la juventud para que se una a las filas de la Policía Nacional, informándoles que es un trabajo digno, de vocación de servicio, de sacrificio hacia los demás, pero que este esfuerzo es recompensado con una jubilación especial (30 años), un buen salario (ante los nuevos aumentos), estabilidad laboral, servicios corporativos, entre otros.
Un policía de honor deja huellas dentro y fuera de la institución, mantiene un estatus familiar estable, mantiene una buena relación con sus compañeros de trabajo y miembros de su comunidad y trata de optimizar su desempeño laboral.
