La salud sexual es parte importante para una vida plena y el ejercicio ayuda a lograrla, por lo que la sexualidad y el deporte no deben ser vistos como enemigos, sino como complementos.
Algunos dicen que al practicar algún deporte conviene suspender las relaciones sexuales antes de una competencia, otros dicen que si se quiere alcanzar un rendimiento óptimo en el encuentro amoroso, lo mejor es ejercitar el cuerpo.
Por fortuna para los atletas profesionales esta es una hipótesis arcaica, por el contrario, se ha demostrado que el mantener aislados a los deportistas antes de una justa puede ser perjudicial, puesto que es posible que les genere grandes dosis de ansiedad. Se ha comprobado que una relación sana, moderada, sin demasiados excesos, no consume demasiadas calorías, ni agota. En Latinoamérica existe otro factor que sustenta el hecho de que se lleven a cabo concentraciones, ya que teóricamente los jugadores se duermen temprano, no ingieren alimentos fuera de su dieta, no ingieren bebidas alcohólicas, no están expuestos a los medios de comunicación.
Con la práctica habitual de los llamados ejercicios aeróbicos (bicicleta, natación, carrera o subir escaleras), la resistencia cardiovascular aumentará y mejorará la circulación sanguínea que, en los varones, se reflejará en una mayor fortaleza para efectuar el acto sexual y una mejor capacidad para mantener la erección, y en las mujeres, la lubricación vaginal se incrementará.
En un estudio efectuado por la sociedad alemana de psicología se demostró que el deporte constituye un gran estímulo para el sexo. Se demostró que los hombres deportistas desean tener relaciones sexuales casi cada 6 días de la semana y las mujeres 4.6 días en promedio; los que no practican ningún deporte, en los hombres, 4.6 y en las mujeres, 3.6 días a la semana.