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El estado occidental indio de Gujarat vivió de nuevo una jornada de violencia, que elevó a más de 300 los muertos desde que el pasado miércoles comenzaron los choques entre hindúes y musulmanes, los más graves de la última década.
El último episodio se produjo la pasada noche en Sadarpur, una aldea próxima a Ahmedabad (capital comercial de Gujarat), donde una treintena de personas, en su mayoría campesinos musulmanes, fueron quemados vivos por grupos de hindúes venidos de aldeas vecinas.
Según informó la agencia india de noticias PTI, los asaltantes -unas 10.000 personas- irrumpieron en Sadarpur portando bombonas de gas y prendieron fuego a tiendas y casas.
Otras 300 personas pudieron escapar de las llamas gracias a la intervención de la policía, que a pesar del toque de queda decretado en todo el territorio de Gujarat sigue viéndose impotente para evitar los casos de linchamiento de la minoría musulmana.
Fuentes policiales informaron de que al menos otros siete musulmanes que trabajaban en una panadería de la ciudad de Vadodra (en la zona oriental del estado) sufrieron la misma suerte y murieron quemados por una turba de nacionalistas radicales hindúes.
Estas fuentes aseguraron que actos de violencia como éstos se reprodujeron en otras localidades, como Surat y Bhavnagar, y elevaron el número de víctimas mortales a más de 400.
De nada sirvieron las declaraciones del primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, quien expresó su confianza en que la actuación de la policía, apoyada por el ejército, sirva para controlar la situación y devolver la paz a la región.
El detonante de la violencia en Gujarat fue el ataque perpetrado por extremistas islámicos contra un tren al que prendieron fuego en la estación de Godra y en el que murieron calcinadas 58 personas.
En el tren viajaban radicales hindúes del VHP (Consejo Mundial Hindú) que volvían de Ayodhya, ciudad donde pretenden construir un templo en el lugar que anteriormente ocupó una mezquita, al considerar que allí nació Rama, su Dios más venerado. |
