Domingo 3 de marzo de 2002

 

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  OPINION

EDITORIAL
Salarios exhorbitante

Una de las recomendaciones de la comisión designada por el Ejecutivo para analizar el problema de la corrupción, es reducir a cinco mil balboas, los altos salarios de funcionarios del gobierno, algunos de los cuales perciben sueldos hasta mayores que la presidenta de la República.

Se estima que al menos 200 altos cargos del engranaje gubernamental perciben emolumentos mensuales entre 7,000 y 10,000 balboas.

Para una nación pobre como Panamá, donde más de 30,000 empleados públicos no ganan ni siquiera un salario mínimo, es inconcebible que se mantengan sueldos de 10 mil balboas.

Durante la administración del presidente Guillermo Endara -cuando el país trataba de recuperarse de los daños causados durante la invasión y de la crisis en que nos sumergió el régimen norieguista- se tuvo el coraje de reducir los salarios de los ministros a 5,000 balboas.

Hoy vivimos una crisis económica seria. Los ingresos del fisco han mermado, porque las empresas no aportan los mismos tributos de antes, debido a la reducción en sus ventas.

Muchos dirán que los jugosos salarios están contemplados en la ley, pero muy bien pueden renunciar a los sueldos exorbitantes y fijarlos en 5,000, tal como recomendó la comisión presidida por el abogado Carlos Iván Zúñiga.

Además mueve a risa, las poses de enojo de un ministro que amenaza con irse a la empresa privada en caso de que se le aplique una rebaja salarial. Si quiere irse que se vaya, porque dudamos que en los tiempos malos que vive el país, alguien pueda tener asegurado un salario mensual de 10,000, salvo los ejecutivos de algunas cuantas transnacionales y de la Autoridad del Canal.

Los funcionarios deben entender que al Estado se llega para servir al país y dar los mejores aportes, no para aprovecharse de las ventajas salariales y otros beneficios que se puedan obtener al ostentar un alto cargo gubernamental.

Otra práctica inmoral que impera en algunas instituciones del sector público, es mantener ingresos bajo la denominación de gastos de representación o viáticos, que a la postre son mayores que el salario, con lo cual se evitan las deducciones al Seguro Social y de otros tributos.

El botín de 35 millones de balboas que cada año se llevan en comisiones los consulados, es otra cosa que se debe frenar. Esos dineros deben entrar a las arcas del Tesoro Nacional y no a los bolsillos de los particulares.

Para implementar esas medidas hay tener coraje. Los tiempos actuales reclaman acciones extraordinarias. Señora presidenta, usted tiene la palabra.

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