Las diferencias entre esposos son comúnes. La mayoría de las parejas de casados que asegura que nunca pelean, mienten; sólo una extrema minoría son la excepción a la regla.
Para los demás, la clave es la moderación, y mantener siempre el respeto hacia el esposo o esposa, sin importar de qué se trate la pelea.
La mayoría de las discusiones entre parejas son por tonterías: que si el hombre dejó su ropa interior tirada, que si la mujer se gastó el dinero en tonterías, que si la comida estuvo mala hoy, etc. No siempre se trata de que las peleas se forman por infidelidades.
Los panameños somos muy dados a gritar. Una pareja que pelea a gritos y con insultos, no sólo da una imagen deplorable ante los vecinos, sino que afecta psicológicamente a sus hijos.
Está comprobado que los hijos se convierten en retransmisores de las conductas que vieron de sus padres.
Si están acostumbrados a ver diariamente a su papá y mamá dándose de gaznatones y diciéndose hasta de lo que se van a morir, pueden estar seguros de que en un futuro le aplicará a su pareja la misma dosis de abuso verbal y físico.
El respeto es la clave de todo. Si nos molestó algo que nuestra pareja dijo o hizo, discutámoslo en un lugar privado de la casa, lejos de los oídos de nuestros hijos, y de los vecinos chismosos.
No hay necesidad de gritar. En vez de usar términos como "ya me tienes cansado", "nunca vas a aprender" y de lanzar amenazas con irse de la casa, hay que usar argumentos concretos.
Para esto, hay que pensar primero en lo que uno va a decir. Hay una gran diferencia entre decir lo que uno siente, y escupir la primera barrabasada que nos venga a la mente. La segunda opción podría poner peor la pelea.