Según el diccionario de la Real Academia Española, conocido con el sugestivo nombre de "mataburros", fusión es la unión de intereses, de ideas o partidos que antes estaban en pugna.
En Panamá, de un tiempo acá, comenzaron a fusionarse los bancos, las empresas comerciales, los canales de televisión y últimamente hasta los partidos políticos, en aras de sobrevivir, unos, y de aumentar su caudal de seguidores, otros.
Frente al escenario electoral del 2014, los partidos Cambio Democrático, Unión Patriótica y Molirena ensayan esta modalidad de asociación, cuyos resultados son imprevisibles, al manifestarse un porcentaje considerable de la membresía de las dos últimas colectividades en desacuerdo con este tipo de ejercicio político.
Esta práctica no es nueva en escenario electoral, pues tiene su antecedente en la alianza que mantuvo el PRD con el Partido Popular en la pasada gestión gubernamental de Martín Torrijos.
Lo cierto es que en esta modalidad funciona el adagio de que el pez más grande se traga al más chico, y la democracia con su libre juego de ideas también sale mal librada al restringirse el derecho de la ciudadanía a tener un abanico más amplio de opciones por las cuales decidirse a la hora de una elección.
Habida cuenta de que los recursos del Estado sirven de resorte para atraer por vía de la presión a los que se rehúsan a sumarse.
�Qué pasará en el escenario partidista electoral del futuro? Es una pregunta interesante, pero más aún lo es la respuesta.
