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MENSAJE
La ponzo�a del occidente
Hermano Pablo
Era el d�a veintisiete de junio, d�a de juicio para veintisiete narcotraficantes en la ciudad de Beijing China. �stos hab�an intentado introducir, de contrabando, coca�na a China. La prueba era irrefutable. Les hab�an decomisado 2.700 kilos de la droga. Ese d�a, en la ciudad de Beijing, los veintisiete narcotraficantes fueron ejecutados a la manera china, con un tiro en la nuca. La "Agencia Oficial China de Noticias" public� el siguiente informe: "China combatir� el narcotr�fico con toda la fuerza de la polic�a y con todo el peso de la ley." Desde la famosa revoluci�n cultural china, iniciada por Mao Tse Tung en 1966, el gobierno rojo del pa�s amarillo combati� violentamente el tr�fico de drogas. Consideraron las drogas -lo dec�an sus publicaciones- como "la ponzo�a del Occidente diseminada en China para envilecer al pueblo". En esto, desde luego, ten�an raz�n. La droga es la peste del Occidente, y ahora, del resto del mundo. Es la peste blanca que enturbia la mente, anula la raz�n, ennegrece la conciencia y mata toda moral. La droga, lo mismo que el SIDA, es una enfermedad de la segunda mitad del siglo XX, y estas dos enfermedades est�n liquidando lo �nico que distingue al hombre de la bestia: la inteligencia y la conciencia. �C�mo podremos, cuando menos, comenzar a librar a nuestra juventud de esta opresiva epidemia? �C�mo podremos salir de esta servidumbre, peor que la que sufrieron los esclavos en el imperio de Roma? Entre todas las soluciones propuestas, la �nica que cambia la vida por completo es la soluci�n espiritual. Lo que al drogadicto le hace falta es motivaci�n. Necesita algo que le d� esperanza, algo que despierte en �l fe, algo que lo haga desear, m�s que nada en todo el mundo, ser una persona completa, digna, respetada y amada. Y lo �nico que da esa esperanza es una experiencia espiritual, un contacto con Dios. Cristo es ese contacto. La salvaci�n que �l ofrece es personal. �l es el salvavidas para el que se est� ahogando. �l es la escala de cuerdas por la que puede subir el ca�do. Cualquiera que est� bajo el poder de las drogas puede encontrar en Cristo la libertad. �l nos hace la invitaci�n: "Vengan a m� todos ustedes que est�n cansados y agobiados, y yo les dar� descanso" (Mateo 11:28). Aceptemos esa grata invitaci�n de Cristo. �l desea ser nuestro libertador. Desea ser nuestro amigo.
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