La detención de ocho policías -varios de ellos oficiales- por mantener relaciones sexuales con menores de edad de Darién y Kuna Yala, pone de manifiesto la crisis que enfrenta esa institución.
Hombres que fueron enviados a la Policía de Frontera para proteger a la población de los posibles ataques de guerrilleros y paramilitares colombianos, terminan cometiendo actos delictivos.
Se supone que estos uniformados se les enseña disciplina y respeto a las leyes del país.
Todo adulto sabe perfectamente que la legislación panameña castiga el sostener relaciones sexuales con menores de edad.
Se pueden presentar todos los argumentos para pretender atenuar la conducta de los policías involucrados, pero nada los exime de responsabilidad.
Un hombre hecho y derecho debe entender que no se puede abusar de una niña y por lo tanto estamos frente a hechos injustificables.
Lo sucedido nos recuerda en cierta forma aquella novela convertida luego en película "Pantaleón y las Visitadoras", que contaba las fechorías sexuales que cometían los soldados peruanos asignados al Amazonia.
Es lamentable que los oficiales y agentes acaben sus carreras por no controlar las tentaciones de la carne. Los policías tienen como misión cuidar a los asociados, por eso las denuncias por los delitos sexuales
perpetrados por los integrantes del contingente de frontera, deben ser investigados sin contemplaciones.