Aún falta un año y un mes para las elecciones de 2009. Sin embargo, la campaña política comenzó hace rato, y los esfuerzos de muchas personas (entre ellos funcionarios) están concentradas en hacer lo necesario hacia la victoria en ese torneo.
Hay razones de sobra para explicar por qué las campañas políticas tan largas resultan contraproducentes. En primer lugar, causan hastío en la población votante. A medio camino de la gran fecha, las personas sin afiliación política (independientes), están tan cansados de que los políticos toquen a sus puertas con promesas que seguramente no podrán cumplir, que de hecho esto lleva a muchos hacia el abstencionismo.
Pero lo más peligroso son los servidores públicos que dejan su función a un lado para dedicarse por completo a labores políticas. Y por ahí andan muchos ganando doble salario por hacer solo un trabajo: el de campaña, abandonando por completo el servicio público.
De hecho, tal parece que la campaña ha paralizado cualquier programa del gobierno que no implique directamente una ventana de oportunidad de buscar votos. El miedo al costo político detiene cualquier otra cosa, sobre todos las necesarias y urgentes.
�Será esta la explicación al por qué no se ha puesto en vigencia la nueva ley del transporte? �También podría explicar que se haya paralizado la puesta en marcha de un nuevo sistema de buses articulados? �O la falta de previsión en cuanto a las escuelas afectadas con fibra de vidrio?
Lo cierto es que hay muchos funcionarios (sobre todo de alta jerarquí en este gobierno) que están más concentrados en qué puesto buscar, que en tratar los problemas relacionados a su cargo.
Cuando haya llegado el 2 de mayo de 2009, estos funcionarios habrán pasado más de un año y medio dando prioridad a asuntos partidistas personalísimos, ignorando atender las necesidades de los panameños. Y eso sí que es una tragedia nacional.