Pastrana intenta encontrar la salida
Agencias
Internacionales
Los pa�ses de la antigua Gran Colombia -Colombia, Ecuador y Venezuela- comparten hoy profundas crisis generadas en a�os de pr�cticas corruptas y mala gesti�n administrativa, que han llegado a poner en entredicho su estabilidad democr�tica. Colombia se debate entre la guerra y la paz; Ecuador ha sufrido dos golpes de Estado en menos de tres a�os; y Venezuela se sumi� en un proceso de profundos cambios institucionales cuyo resultado final luce a�n incierto. Colombia, asolada por el narcotr�fico y desgarrada por una guerra de cuatro d�cadas entre las fuerzas regulares, la guerrilla izquierdista y los paramilitares, busca desesperadamente enderezar el rumbo del pa�s con un proceso de paz, un ambicioso plan de lucha antidroga de 7.500 millones de d�lares, y con la depuraci�n de la gangrena de la corrupci�n. Esta semana, el presidente Andr�s Pastrana decidi� recurrir directamente a la ciudadan�a para salvar su propuesta de refrendar en las urnas la disoluci�n del Congreso, acusado de corrupci�n, al retirar del legislativo el proyecto. Con esa movida, denunciada por la oposici�n liberal, se arriesg� a agudizar una crisis pol�tica que siempre parece estar tocando fondo. En tanto, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) -que ya aplican su propia ley en la zona desmilitarizada de 42.000 km cuadrados en el sur del pa�s que el Gobierno les otorg� para abrir negociaciones de paz- anunciaron su intenci�n de cobrar impuestos a los ricos. Asimismo, los habitantes del norte convocaron a un paro c�vico indefinido y al bloqueo de carreteras para impedir la cesi�n de otros 4.727 km cuadrados al guevarista Ej�rcito de Liberaci�n Nacional (ELN). Seg�n una encuesta publicada el fin de semana pasado por el diario bogotano El Espectador, la popularidad de Pastrana cay� del 40% al 29% en el �ltimo mes, y un 67% de colombianos desaprueba su gesti�n. Ecuador (por cuyas fronteras, as� como por las de Venezuela, se filtra el conflicto colombiano con incursiones y secuestros) se encuentra anestesiado por una enorme inestabilidad pol�tica y econ�mica que ya dura un lustro y que deriv� en dos golpes de Estado. Ambas asonadas -en 1997 contra el presidente Abdal� Bucaram y en enero de este a�o contra Jamil Mahuad- fueron desencadenadas por protestas ind�genas contra severos ajustes econ�micos.Mahuad fue sustituido por su vicepresidente Gustavo Noboa, quien prometi� seguir con los planes de dolarizaci�n de su predecesor. Esta semana, las cosas volvieron a agitarse cuando los jefes de las ramas militares pusieran sus cargos a disposici�n de Noboa, luego de haber sostenido una reuni�n supersecreta con el mandatario, y de que un juez castrense les pidiera entregar por escrito sus testimonios sobre la rebeli�n ind�gena de enero. La normalidad pareci� retornar el mi�rcoles luego del cambio de la c�pula militar pero la crisis econ�mica y social persisten, como se manifest� en la intervenci�n del Banco Central para "poner fin al despilfarro", seg�n aleg� la Superintendencia de Bancos. Tambi�n agobiada por una feroz crisis econ�mica, Venezuela relegitimar� en las urnas el pr�ximo 28 de mayo todos los cargos electivos -primera magistratura incluida- en el marco de una polarizaci�n en torno al propio presidente Hugo Ch�vez -un ex teniente coronel que lider� una intentona golpista en febrero de 1992-, decidido a instaurar su 'Revoluci�n Bolivariana'. En caso de ganar esos comicios, como lo auguran casi todas las encuestas, Ch�vez, que en quince meses de poder estuvo abocado sobre todo a la tarea de impulsar su 'Revoluci�n Bolivariana' mediante una reforma constitucional, deber� empezar a dar respuesta a las enormes expectativas sociales que gener� su elecci�n. Caso contrario, corre el riesgo de ver mermar su popularidad, que de enero a abril de este a�o cay� del 75% al 62%. A m�s de 180 a�os de su creaci�n a instancias del general Sim�n Bol�var, la antigua Gran Colombia -que apenas dur� 11 a�os, hasta poco antes de la muerte del libertador- sigue buscando hoy las claves para escapar de sus laberintos.
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