Cuando se levanta el telón, ve el mundo desde su lugar favorito, el escenario. Como por arte de magia, el viento se transforma en música y su cuerpo inicia una coreografía de arte y belleza que los espectadores miran asombrados.
Tales dotes en las tablas, la han convertido en la Primera Figura del Ballet Nacional y a ser reconocida en el extranjero como una estrella de este arte. Para Cristina Quijano, su vida transcurre entre puntas y mallas.
Su madre fue quien la motivó desde muy pequeña a practicar la danza clásica, que se ha convertido en su pasión y que enseña a todas aquellas que quieran dedicar su vida al arte. Por ello es propietaria de una escuela de ballet, Pointe.
Había una vez. Toda historia tiene un principio y el camino al éxito de Cristina comienza cuando a los 6 años su mamá, María Cristina Quijano, la inscribió en la escuela de ballet de Teresa Mans, en donde estuvo hasta que cumplió 17 años.
"Cada día me gustaba más bailar y a los 11 años me escogieron para ir a un concurso en Perú, logrando entrar como finalista. A partir de allí, fui a otras competencias consiguiendo medallas de oro, plata y bronce", comentó la bailarina.
Después de esto, entró a formar parte del selecto grupo de los bailarines profesionales. Recordando así sus primeras presentaciones de ballet clásico, Los Vendimiadores de la obra Giselle y Coppelia.
SU MUNDO
Para Cristina la danza es su mundo, pero debe estar muy pendiente de ciertos aspectos, porque los bailarines deben cuidar su peso. "El bailarín debe ser delgado, por lo que mantener un peso es difícil. Para cuidarme hago dieta, voy al nutricionista y practico Hai Ki Do, hay que controlarse".
Por otro lado, la disciplina y tenacidad que ha demostrado son la razón de su éxito. Así como el apoyo incondicional de sus padres cuando se decidió por esta profesión. Y es que el ser la Primera Bailarina es su mayor reto.
UN POCO DE ELLA
Graduada de Diseño Gráfico en GANEXA, nos cuenta que se define como una mujer activa, segura de sí misma y muy satisfecha con todo lo que ha logrado hasta el momento.
Confiesa que cuando no está practicando en el ballet, se dedica a su escuela de danza. "Me dedico a crear nuevos talentos y espero que estas niñas a las que entreno, puedan seguir mis pasos y llegar a ser bailarinas profesionales".
NUESTRA CULTURA
Siendo Cristina un pilar de la cultura panameña, expresa que ésta ha mejorado mucho. "Creo que la sociedad panameña es un poco más culta y asiste un poco más a las funciones de ballet. He podido visitar diferentes países centroamericanos y para ellos, el ballet nacional es lo más grande tienen, pero aún no llegamos a ese punto. Sin embargo, creo que vamos en camino. "