Las lágrimas y la lluvia caían ayer por raudales, durante el sepelio de Saúl Ramos, el niño de tres años, que el domingo murió tras la picada de un alacrán y en los hospitales de la capital no se le pudo salvar la vida por la falta de antídoto, a pesar de existir 400 dosis en los depósitos del Ministerio de Salud.
Saulito fue sepultado en el Jardín de Paz. Fue vestido con su ropa favorita y en su féretro, a su lado, estaba un peluche de "Barnie", su personaje favorito.