EDITORIAL
La sociedad enferma
Estamos en los umbrales de
un nuevo milenio de la era cristiana y ante la ascensión de un nuevo
gobierno, la política y la reversión del canal son temas prioritarios
en esta sociedad de consumo que está enferma de tantos traumas, pero
que prefiere distraer su atención en asuntos que juzga menos importantes.
La violencia armada, la deserción escolar y la corrupción
son algunos aspectos que se han marginado para sustituirlos por otros que
inciden en el acontecer político del país. Es lamentable que
no ataquemos en forma integral los problemas de esta sociedad y que sectoricemos
las anomalías que tiene nuestra nación. A medida que pasa
el tiempo nos encontramos en que hay una gran brecha entre los estratos
sociales pero nadie es capaz de fomentar un rearme moral para estabilizar
las emociones desatadas en este conglomerado humano.
Con pesimismo, tenemos que en el mundo no cesan las guerras fratricidas
por cuestiones étnicas y religiosas, en nuestra área los desequilibrios
sociales siguen agudizándose y son un detonante para conflictos bélicos.
Y Panamá, tierra alegre y confiada, pareciera no haber salido de
la etapa de la inocencia ante un mundo globalizado que muestra su garra
apocalíptica y la feroz ponzoña de una actitud neo-liberal
que va en detrimento de todos los pueblos del tercer mundo.
Nos resistimos a doblegarnos a la llamada globalización sin
rostro humano. En Panamá combinamos la mezquindad y a los sectores
anti-patriotas que piensan más en sus intereses que en los de la
nación. Es evidente que tenemos muchos problemas pero a los sectores
sociales hay que atenderlos porque representan las arterias que le dan vida
al país. Estimamos que a los panameños nos hace falta una
pequeña dosis de conciencia y que volvamos la mirada a esos problemas
intrínsecos y que son cotidianos porque de ellos depende la salud
moral de nuestro Panamá. En esta materia, no debemos andarnos por
las ramas y enfocar aspectos domésticos que también deben
ser prioritarios.
La maternidad precoz, la desidia gubernamental, los aduladores y serviles
en el engranaje del Estado y la incompetencia de muchos funcionarios que
tratan de aferrarse, sin méritos, a la ubre gubernamental, debe ser
motivo también de un análisis exhaustivo para que no se sorprenda
la labor de rectificación que deben adelantar los servidores públicos
idóneos.
Hay una llaga purulenta en muchos sectores de nuestra sociedad enferma.
No debemos dejar que nos contamine. Panamá tiene una población
sana que sabrá emerger dentro de un régimen basado en una
economía de libertad.
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