Niños
tienen que matar y trabajar para sobrevivir
Yodalis Bethancourt
Panamá Oeste / EPASA
La República
de Panamá estuvo presente en la marcha global contra la
erradicación del trabajo infantil, celebrada en la Ciudad
de Ginebra, Suiza, a través de la destacada participación
de la niña Judith Olivia Barba, de la Escuela "San
José de Malambo".
En esta importante actividad, que congregó a niños
y niñas de todas partes del mundo, la representante de
Panamá tuvo la oportunidad de intercambiar interesantes
experiencias que recogen vivencias de lo que es la explotación
laboral infantil, motivo principal de esta reunión que
congregó a autoridades de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) así como de los Derechos Humanos.
Situaciones muy conmovedoras fueron expuestas por los niños
y niñas que participaron en este evento, tal es el caso
que nos comenta Olivia, representante de Panamá, acerca
de un niño soldado, procedente del continente africano,
cuya labor constituye una de las peores formas de trabajo, quien
a sus 14 años de edad ya ha tenido que matar para poder
sobrevivir.
Según nos contara Olivia, su amiguito soldado confesó
que antes de viajar a Ginebra le dieron la tarea de matar a cinco
personas, pero le faltó el valor y por ello tuvo que huir
de su país, por lo que ahora teme por su vida.
Supo de otras niñas que al igual que ella, la vida
las ha obligado a tener que ir a las calles a buscar trabajo
para poder sobrevivir, pero que a diferencia suya, han sido explotadas
y abusadas sexualmente.
Otros fueron abandonados por sus padres y expuestos a los
vicios de la calle, pero rescatados en algunos casos, gracias
a organizaciones como Casa Alianza que trabaja en el rescate
del menor en las calles.
La experiencia fue maravillosa, bastaba ver el rostro de Olivia
cuando narraba los momentos que vivió al lado de sus amigos
de otras partes del mundo, con quienes llegó a hablar
hasta a través de señas, olvidando por un momento
su triste realidad, a la que tendrían que volver a enfrentarse
una vez retornaran a sus respectivos países.
Otro aspecto importante y digno de alabar, fue el sentimiento
de solidaridad, manifiesta en esta actividad, donde unos a otros
se ayudaban y en algunos casos, hubo desprendimiento de lo poco
que cada uno poseía para dejarle al que menos tenía.
Luego de casi 15 días de debates e intensas reuniones,
se llegaron a importantes conclusiones por parte de los propios
niños y niñas, que se recogen en el convenio firmado
por todos los participantes, con recomendaciones específicas,
que se espera que sean acogidas y cumplidas por cada uno de los
gobiernos de los países que ellos representan.
Se habló en esta conferencia sobre la "Prohibición
y la Eliminación Inmediata de las Peores Formas de Trabajo
Infantil", sin embargo, a partir de la firma de este convenio
son muchas las expectativas que existen en las mentes de estos
niños que, como Olivia, sueñan con que en su país
se respeten los derechos del NIÑO y que los gobiernos
aúnen esfuerzos para mejorar las condiciones de vida infantil.
Ahora el compromiso de estos niños es mayor, porque
ellos están conscientes de su realidad, pero no cuentan
con los mecanismos para salir de esa marginalidad en que se encuentran
sumidos y es que la labor del Estado debe ir más lejos
de la mera concienciación de la sociedad sobre este problema.
De lo contrario, las frustraciones empezarán a asomar
en las mentes de niños como Olivia, que ante la falta
de respuestas inmediatas, no tendrá más remedio
que volver a cargar sobre sus hombros el tanque de bollos que
le permite sobrevivir, y sus sueños se habrán acabado.
En Panamá se calcula que más de 60,000 menores,
de entre 12 y 15 años de edad, están fuera del
sistema educativo, incorporados al trabajo.
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