�En qué país del mundo no hay disputas por esta situación? Que si baja la productividad en las empresas, que si nadie trabaja, que hay mucha algarabía, que si fulano falta, que si el otro se va de vacaciones y muchas excusas más.
Este fenómeno, que se repite cada cuatro años, es la fiebre del universo entero y que une a todos los continentes. El fútbol es sin duda el deporte rey a nivel mundial, pues es el único que hace reír, gritar, soñar, enojar y llorar a sus fanáticos y a los que no lo son cuando se dan estas competencias deportivas.
El mundial de fútbol que vivimos todos ha sembrado malestar en algunas instituciones, empresas y en algunos hogares. La razón es obvia: todos quieren ver u oír el partido de fútbol. Nadie quiere que le digan cómo quedó el resultado para anotarlos posteriormente en los miles de calendarios y así sacar las llaves.
No hay que negar que con justa razón los empleadores no desean que su personal se distraiga viendo un partido en horas de trabajo. Eso es comprensible, pero lo que no está muy claro es que el jefe sí lo haga, ya sea viendo los partidos en el televisor de la oficina o supuestamente en horas de almuerzo en esas pantallas gigantes de los casinos y restaurantes del país.
Por lo menos en los 32 países que compiten en esta justa han sido flexibles. Ellos han permitido que sus ciudadanos puedan verlos porque es lógico que todos quieren apoyar a su equipo. En Panamá, a pesar que nos quedamos por fuera, al menos han dado chance en las escuelas.
En el ámbito laboral los trabajadores deben ser más comprensibles y buscar el equilibrio para no irritar al jefe. Una radio o los resultados en vivo por internet no sería una mala idea. Claro que cuando juega Brasil, no hay nada que hacer, por eso, si usted es quien manda en la corporación y prohibió que vean los juegos, la regla debe ser para todos, incluyéndolo.
No se haga el bellaco negando a la gente a gritar un gol en vivo cuando usted se da sus escapaditadas por la Avenida Balboa a ver el partido.