MENSAJE
"De aquí en adelante, cada
día será un regalo"
Hermano Pablo
Costa Mesa, California
El taxi avanzaba a toda velocidad.
Adelante iba un camión grande cargado de estacas de madera, que andaba
lentamente por la carretera. Al conductor del taxi, Adem Ugur, de Arabia
Saudita, lo puso nervioso la lentitud del camión, así que
hizo una maniobra brusca para adelantarse, pero el vehículo le patinó.
Adem se fue contra la carga de estacas y una de ellas atravesó
el parabrisas y le penetró el pecho. De pronto Adem se sintió
"como un pez ensartado". La estaca, de dos metros de largo, lo
tenía atravesado de lado, a lado.
Tuvieron que llevarlo de inmediato al hospital, donde un joven cirujano
lo operó hábilmente. Después de cinco horas de cirugía,
el hombre se vio libre de la estaca. A los pocos días estaba trabajando
de nuevo, sólo que ahora Adem Ugur decía: "De aquí
en adelante, cada día será un regalo de Dios para mí,
y lo viviré para El".
He aquí un hombre que nació dos veces, pues no es poca
cosa ser atravesado del pecho a la espalda por una estaca de madera. Lo
que le salvó la vida fue su vitalidad, la maestría del cirujano
y la intervención divina. Ahora dueño de una formidable experiencia,
una ancha cicatriz y una historia para contar, Adem Ugur considera su nueva
vida como un regalo de Dios.
Así, amigo deberíamos considerar nuestra vida todos nosotros,
aunque no nos atraviese el pecho una estaca de madera. Toda vida es un regalo
de Dios, un don del Creador. Cada día de la vida que nos toca vivir
debajo del sol, debe ser vivido como realmente es: un regalo del Creador.
Así deberíamos también nosotros considerar nuestra
vida, aunque no nos haya atravesado el pecho una estaca de madera. Por qué
no vivir cada día como lo que realmente es: un regalo de Dios y un
don del Creador? Démosle a nuestra existencia la categoría
y la dignidad que se merece. Respetémosla, amémosla, dignifiquémosla
y vivámosla con temor y temblor. La vida es una sola, y para algunos,
es breve. La clave para vivir en armonía es respetar como algo sagrado
la vida nuestra y la del prójimo.
Aunque no suframos ningún accidente, ni pasemos nunca por un peligro
mortal, debemos decir: "Cada día que me resta vivir, lo viviré
sabiendo que es un regalo de Dios".
Si hacemos de Cristo el Señor de nuestra vida, los días
que nos por delante estarán llenos de sentido y de satisfacción,
y Dios mismo premiará nuestra determinación dándonos
su paz, su gracia y su bendición.
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CULTURA |
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