Los dueños de colegios privados tienen todo el derecho de vender los libros que crean convenientes para garantizar una educación adecuada a los muchachos que acceden a su sistema. No obstante, lo que no está bien es hacer de la venta de libros un negocio, alejado de los objetivos académicos y sociales.
No es posible que un padre de familia compre un libro un año, y el mismo no pueda ser usado al año siguiente porque la escuela lo cambia cada período, o los "actualizan" para obligar a los usuarios a comprar uno nuevo. Respecto a los autores panameños de libros escolares, más vale que vayan produciendo obras de verdadera calidad, para que compitan con los extranjeros.
Ampararse en una ley para obligar a los estudiantes a comprar sus obras (que son más baratas que las foráneas) no conviene ni a ellos ni a los alumnos ni el sistema. Que mejoren su calidad y capacidad investigan �y que compitan, frescos! |