El caos y la anarquí�a que reinó el jueves en Bocas del Toro es un episodio que no debe repetirse. Cualquier reclamo -"por justo que sea- no justifica la destrucción de la propiedad privada y estatal.
La gente pareció perder la razón en Changuinola y eso sucede cuando se cierran los espacios de diálogo y se recurre a la confrontación permanente y a la imposición.
Con anticipación se le advirtió al gobierno sobre los peligros que encerraba tratar de imponer legislaciones como el proyecto 9 en 1 hoy Ley 30, pero no hubo una mente sensata en ese momento.
Cuando el paí�s se jacta de haber logrado grado de inversión y de negociar acuerdos para salir de la lista negra de paraí�sos fiscales, se produce una explosión social y en el exterior se observan imágenes que pareciera que estamos en una nación en guerra.
Ya se derramó la leche. Lamentablemente hay compatriotas muertos, heridos, millones de dólares en daños. Ahora debe retornar la sensatez.
La dirigencia sindical debe ser responsable y controlar a sus bases para evitar que se repitan acciones de vandalismo como las del jueves. Actuar de manera irracional destruyendo todo lo se encuentra a su paso, no es la mejor imagen para nadie.
El gobierno en tanto tiene que designar negociadores ecuánimes y no mandar a apagar un fuego a funcionarios que más bien parecen un tanque de gasolina de 55 galones.
Lo sucedido en Bocas del Toro debe servirnos de experiencia a todos para no repetir errores y que tampoco se utilice por otros sectores para azuzar y provocar nuevas situaciones que sólo llevarí�an luto y dolor a hogares panameños.