Alto, buen mozo, de 31 años de edad, cayó sin embargo, en una profunda depresión. A pesar de ejercer una buena profesión -"la de taxidermista-" en Génova, Italia, habí�a sido incapaz de conquistar a una señorita.
Esto llevó a Francesco Grandi a caer en la vorágine de la depresión suicida. Al llegar una noche a su apartamento, abrió la llave del gas. Cuando juzgó que ya habí�a suficiente gas en la habitación, encendió un fósforo. Instantáneamente se produjo una explosión.
Milagrosamente, Francesco quedó vivo, con sólo un brazo fracturado, pero cuatro jóvenes, que dormí�an en el apartamento de al lado, murieron. �Otra vez -"comentó Mario Valucci, investigador de la policí-" justos pagaron por pecadores.
Un hombre borracho sale a escape con su auto por la carretera. Por el alcohol que tiene en el cerebro, pierde el control del vehí�culo y se estrella contra un autobús escolar. El conductor del auto sale ileso, pero en el autobús hay muchos heridos, y doce niños pierden la vida. Inocentes pagan por un culpable.
Un padre de familia abandona a su esposa y a sus seis hijos, y se da a una vida de juergas, francachelas y correrí�as con otras mujeres. Su pobre esposa se enferma y muere de la desilusión, y los seis niños engrosan las filas de los huérfanos. Uno solo ha pecado, pero siete inocentes sufren las consecuencias.
Un joven de sólo 22 años se entrega a las drogas. Su vicio demanda una enorme cantidad de dinero. Trastornado, se arma de un rifle automático, entra en un restaurante popular, y mata a 22 personas. Ninguna de ellas era culpable de aquel vicio; todas eran inocentes. Y sin embargo 300 personas -"parientes y amigos de las ví�ctimas-" se sumen en el dolor por la culpa de uno solo.
Estos casos, recogidos de recientes crónicas policiales, nos llevan a preguntarnos: �Acaso siempre tienen que pagar los justos por los pecadores? La respuesta es: �No� Lo que ocurre es que nuestra vida es muy corta para ver el punto final. El Juez eterno y justo no permitirá que la justicia divina quede burlada.
Mientras tanto, sometámonos al señorí�o de Cristo. �l nos será fiel. �l sabe castigar al culpable y recompensar al inocente.