La crisis y el caos en que está inmersa la región bananera de Changuinola amenaza con extenderse a otras provincias. Ya hay un llamado de huelga nacional, a partir del próximo martes.
El gobierno parece estar enredado con sus teorías de conspiraciones y tratar de culpar a partidos y a movimientos sindicales de lo que sucede. Se pierde el bosque por contemplar los árboles y no se aborda el origen del conflicto: la necesidad de revisar, suspender o derogar la Ley 30 ó Ley 9 en 1.
El propio gobierno se metió en el laberinto en el que está inmerso por la forma como introdujo esa legislación. Ahora, tratar de tildar de borrachos a los manifestantes, no resuelve nada, más bien atiza la explosiva situación.
Ya la realidad demuestra que los casi 500 policías destacados en Changuinola no pueden controlar la situación, por lo que urge desactivar las causas del conflicto, con el fin de evitar que se extienda a la capital y a las cabeceras de provincias.
La actual administración debe escuchar voces sensatas y no pretender recurrir a estrategias de represión del pasado que nunca dieron resultados y que más bien exacerbaron los ánimos.
Debe hacerse el mejor esfuerzo en las próximas horas para tratar de lograr acuerdos y pacificar Changuinola, de lo contrario, se presagian negros nubarrones sobre Panamá.