Pareciera que los vientos del progreso están en contra del desarrollo en Aguadulce. Desde hace algunos años es frecuente el cierre de varios establecimientos comerciales.
Un ritmo bajo de ventas o de poca afluencia a las tiendas y almacenes es observado en cualquier día de semana, excepto los supermercados, especialmente en el pago de las quincenas.
De manera casi indiferente, los sectores socioeconómicos de Aguadulce e incluso los gubernamentales no han definido una estrategia conjunta de desarrollo para enfrentar el fenómeno que se vive en este distrito.
Desde la caída del auge azucarero, luego la disipación del negocio salinero y más tarde la merma millonaria de los camarones de exportación, como consecuencia de la mancha blanca, la actividad comercial en Aguadulce ha estado signada por una especie de "mala hora".
De acuerdo con Jorge Herrera, tesorero municipal, este fenómeno se ha acentuado en los últimos tres años, "más son los negocios que cierran que los que abren y éstos no consolidaban con el impuesto que se pagaba en los otros establecimientos".