La disciplina en su concepción más sencilla es la observancia de las leyes y ordenamientos de una profesión o estatuto.
Para el funcionamiento de ciertos estándares de operación, es necesario que nuestra organización mantenga un paquete de recompensas que lo ayudará a estimular a sus colaboradores para lograr ciertos tipos de conductas, y el de castigos que no es más que sanciones que coadyuvarán a impedir ciertos tipos de acciones, con el fin de limitar el comportamiento de las personas.
Un buen sistema de recompensas (salarios, beneficios, promociones, etc.) y el de castigos (acciones disciplinarias, etc.) constituyen los elementos que motivan al individuo a trabajar en beneficio de la organización. Para los gerentes, mi consejo: usted puede tener muy buenos conocimientos en su campo profesional, pero, el mando y dirección es un aspecto importante que debe cultivar y tenga claro que al descuidar la disciplina no le dará los avances necesarios en esta materia y puede hasta poner en duda, ante los directivos, su capacidad profesional.
Si no atiende este aspecto, usted puede planificar magistralmente cualquier estrategia corporativa o del nivel empresarial que sea, pero le aseguro que al final será un fracaso lo que trate de construir.
Cuando la indisciplina invade un departamento y afecta visiblemente las operaciones de la empresa, tenemos que ver las cosas desde un enfoque más quirúrgico porque ya no es un asunto aislado.
Algunos especialistas coinciden en que para mantener la disciplina primeramente se debe dar el ejemplo. La aplicación de la acción correctiva debe ser último recurso, no retrasar la imposición de una sanción si alguien merece ser sancionado, hágalo con imparcialidad, no reprenda frente de otros, no cambie la forma de tratar al colaborador por causa de una sanción, busque que la imposición disciplina tenga un efecto positivo en el disciplinado y el resto del grupo, así evitará crear una bomba que después no podrá desarmar. [email protected].
