El gobierno acaba de presentar un proyecto de presupuesto para el próximo año que asciende a 13, 009 millones de dólares. Es una suma astronómica para un país tan pequeño como Panamá, pero más importante que la cantidad es la ejecución, sobre todo en las partidas de inversiones.
Para el vigente período, las proyecciones de ingresos y gastos son de 10, 575 millones de dólares, de las cuales 3, 872 millones de dólares eran inversiones. El propio Ministerio de Economía y Finanzas reconoció que hay una baja ejecución presupuestaria, lo que motivó un llamado de atención a los miembros del Consejo de Gabinete.
No se entiende cómo figuras que en su mayoría provienen del sector privado, donde debe haber mayor eficiencia, reflejen baja ejecución de las inversiones, porque los gastos de funcionamiento son cotidianos y lo absorve mayormente el pago quincenal de las planillas.
De igual forma, las inversiones deben llevarse a cabo de manera transparente, porque resulta un atraco al erario público estar simulando concursos de precios u otros actos públicos, para poder justificar las compras de artículos, insumos y productos a precios exorbitantes.
El país requiere una ejecución presupuestaria eficiente, pero también transparente. Los auditores de la Contraloría deben ser vigilante en el control previo y posterior de las compras que se hagan en los ministerios e instituciones, para no convertirse en cómplices de sinverguenzas.