Todos sentimos angustia y hemos aprendido a vivir con ella, pero hay quienes hacen de este sentimiento una forma de vida y la transforman en obsesión. Quienes más lo experimentan son los abuelos, y esto por diferentes razones.
Y es que al entrar en la tercera edad, las congojas, por mínimas que sean, adquieren otras dimensiones y pueden dañar la salud de quien las padece.
La persona que siente angustia la manifiesta mediante la repetición, es decir, es frecuente ver a las personas compulsivas haciendo una y otra vez gestos o acciones para despejar las dudas sobre aquello que les produce esa sensación.
Estas defensas se pueden volver contra uno mismo generando ansiedad, que afecta a los hábitos de las personas y que de no ser controlada degenera en una obsesión.