Existe un hombre luchador en el barrio de El Chorrillo que desde hace más de 40 años ha sabido ganarse la vida de forma honrada entre anzuelos y mar. Hablamos de Serafín Márquez, un panameño oriundo de la región de Soná en Veraguas, que llegó a la capital en busca de oportunidades.
EN LA SANGRE
El arte de la pesca la lleva en las venas, pues su padre le enseñó a pescar, desde que tenía 10 años.
A sus 71 años, Serafín inició en la pesca artesanal en el Barrio de El Marañón, para en 1959 trasladarse a El Chorrillo donde con un grupo de amigos fundan la Cooperativa de Pescadores de El Chorrillo con más de 120 afiliados.
Siendo miembro fundador de esta cooperativa, este dinámico personaje, trabajó paralelamente, durante 22 años en la Comisión del Canal.
UN DIA EN LA VIDA DEL PESCADOR
Estos pescadores salen rumbo al mar a eso de las 5 de la mañana, en compañía de hasta cuatro compañeros. Eligen el lugar adecuado para arrojar sus anzuelos por unos 20 minutos, si no se captura nada o lo peces no son los adecuados, se busca otro lugar con más volumen de pescado.
Llegan a a puerto a las 3 de la tarde y se entrega la mercancía a los encargados de la distribución. Para luego esperar el pago por la cantidad de pescados que traen.
ALGUNOS GASTOS DE LA PESCA DIARIA
Serafín es el miembro fundador con más tiempo dentro de la cooperativa, lo que lo convierte en un especialista de la pesca artesanal.
Serafín nos cuenta que en un día se puede hacer de 50 a 60 balboas, dependiendo de la cantidad de pescado que se trae a puerto. Pero a la pesca diaria se deben restar algunos gastos como por ejemplo la compra de más de 13 galones de gasolina diarios, el pago a los ayudantes encargados del desembarco de la mercancía.