Nacido en el pueblo de La Tiza de Las Tablas, provincia de Los Santos, Rodolfo González ha tenido una vida llena de dedicación y esmero en su trabajo.
Primero, trabajó por nueve años en una panadería, hasta que su hermano, quien trabajaba en una gasolinera le ofreció laborar allí. Rodolfo le tomó la palabra y desde ese entonces, hace 35 años, ha estado en la bomba de gasolina Shell de la vía Transístmica.
Rodolfo relató a "Vida Nueva", que comenzó en la bomba como relevló, sin embargo, alguien fue despedido, por lo que él fue nombrado de forma permanente.
"Mi hermano no vio futuro allí, y quería irse... me recomendó donde el administrador para que fuera jefe de gasolineros", añade Rodolfo, un señor que mantiene mucha energía, y una sonrisa que dice que a pesar de muchos obstáculos, la vida lo ha tratado bien.
�l se sintió honrado con la recomendación, y le dijo a su hermano que por qué él, si no tenía mucha experiencia. El hermano le respondió que lo recomendaba, porque era el único que podía recomendar.
Y de esta forma, Rodolfo se convirtió en el jefe de gasolineros de la bomba.
ALTAS Y BAJAS
En la época que fue nombrado jefe, La vía Transístmica era de una sola vía, "en la noche, parecía un cementerio", comenta.
Había compañías alrededor de la bomba que debido a la poca afluencia de clientes fueron cerrando. El administrador de aquel tiempo también quiso hacerlo, pero Rodolfo le sugirió que siguieran, y lucharon hasta recuperarse, gracias a la clientela.
Otro de los golpes que recibieron fue el ensanche de la Transístmica. La vía estaba cerrada y no se vendía nada más que cigarrillos. Sin embargo también lograron recuperarse.
"Una vez vino una reestructuración en la Shell, y nos amenazaron con botarnos", agrega.
También recordó que ampliaron la bomba hacía una vía que está detrás de la Transístmica, y a pesar de las críticas de muchos, sobrevivieron.
Otra piedra en su camino fue la crisis económica. Abandonaron la nueva bomba, y cuando regresaron, se dieron cuenta que no les habían robado nada. Se decidieron y vendieron toda la gasolina que había en reserva, trabajando sin parar. Esto los llevó a la recuperación.
UNA HISTORIA
"Un cliente vino un sábado con su familia, le revisé el líquido de frenos y el depósito estaba vacío. Me dijo que le echara, me gasté un envase entero y se lo cobré. Llegó a Santiago a coger gasolina, y allí también le dijeron que el depósito estaba vacío".
El cliente llegó luego a la gasolinera para reclamarle a Rodolfo. Le dijo de todo, y al final, el problema estuvo en una falla.
"El señor hasta un regalo me trajo", finaliza diciendo Rodolfo con una sonrisa de oreja a oreja.
A UN PASO DE JUBILARSE
Rodolfo se encuentra a un paso de jubiarse y considera que la vida ahora es que empieza.
En 35 años, dicen sus compañeros que se pueden contar con los dedos de las manos la veces que ha faltado, y aunque su trabajo le exige levantarse diariamente a la 4 de la mañana, nunca llega tarde.