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Sábado 14 de agosto de 1999



FAMILIA
Narc�ticos An�nimos

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Joaqu�n Arias
Cr�tica en L�nea

F�cil es regresar a situaciones de tiempos pasados. Debemos aprender a mantener nuestra nueva vida sobre una base de gran solidez espiritual, a fin de asegurar el permanente crecimiento y recuperaci�n. Dios no nos impondr� su bondad, pero la recibiremos si la pedimos. Normalmente apreciamos la diferencia cuando tiene lugar y vemos el cambio en nuestras vidas despu�s. Al final nos liberamos de nuestras motivaciones ego�stas y entonces empezamos a experimentar una paz que jam�s ni imaginamos.

Moralidad impuesta a la fuerza nos proporciona el poder interior que adquirimos al escoger el vivir una vida espiritualmente orientada. La mayor�a de nosotros reza cuando sufrimos. Ahora estamos aprendiendo que, si rezamos con regularidad, no sufriremos tanto o tan a menudo.

Fuera de N.A. hay infinidad de grupos de todo tipo practicando la meditaci�n, pero la inmensa mayor�a se relaciona con la religi�n o filosof�a particular. El aprobar cualquiera de tales m�todos ser�a una violaci�n de nuestras tradiciones y representar�a una restricci�n de la libertad de cada cual a tener un dios, tal como lo concibe. La meditaci�n permite que nos desarrollemos espiritualmente a nuestro modo. Algunas de las cosas que no nos funcionaban anteriormente, es posible que lo hagan ahora. Empezamos el d�a con la mirada pura y la mente abierta. Sabemos ahora que si rogamos a Dios que se cumpla su voluntad, recibiremos aquello que es realmente lo mejor para nosotros, irrespectivo de lo que pensemos. Esta afirmaci�n se basa en nuestra fe y en nuestra experiencia de drogadictos en recuperaci�n.

Rezar significa comunicar nuestras preocupaciones a un Poder superior a nosotros. A veces, cuando rezamos, algo maravilloso sucede: encontramos los medios, los caminos y las energ�as de realizar labores muy por encima de nuestras propias capacidades. Intuimos que hay una fuerza sin l�mites que se nos proporciona por la oraci�n diaria y nos rendimos mientras tengamos fe y la renovemos.

Para algunos, rezar es pedir la ayuda de Dios y meditar es escuchar la respuesta de Dios. Nosotros aprendemos a ir con cuidado sobre el hacer ruegos espec�ficos. Rezamos para que Dios nos muestre su voluntad y para que Dios nos ayude a realizarla. En ciertos casos, Dios nos hace saber su voluntad tan claramente que sin gran esfuerzo la vemos en otros casos, nuestros egos son tan engre�dos que no aceptamos la voluntad de Dios sin ulterior lucha y rendici�n.

Si rogamos a Dios que elimine las distracciones indeseables, nuestras oraciones ganan en calidad y notamos la diferencia. La oraci�n requiere pr�ctica y ser� bueno recordarnos que la gente experta no nacieron expertos ya, sino que les llev� much�simo esfuerzo desarrollar sus aptitudes. Por medio de la oraci�n buscamos contacto consciente con Dios; al meditar conseguimos este contacto y el Und�cimo Paso nos ayuda a conservarlo.

Puede que hayamos contemplado o incluso practicado alguna disciplina religiosa y meditativa antes de unirnos a N.A. Algunos de nosotros acabamos destrozados y completamente confusos con esas pr�cticas; est�bamos seguros de que era voluntad de Dios que tom�ramos drogas a fin de lograr un estado de "superior concentraci�n de conciencia", como pudiese decirse.

 

 

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