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MENSAJE
La muerte vino de abajo
Hermano Pablo
Cr�tica en L�nea
Los seis j�venes subieron al auto, alegres, despreocupados, chispeantes, divertidos. Eran tres parejas de novios que celebraban su graduaci�n. Subieron al auto y emprendieron una loca carrera por los caminos del sur de Francia. Pero hab�a demasiado alcohol en el cerebro del conductor. En una curva del camino el auto se sali� de la v�a. Cay� en una acequia de tres metros de profundidad que estaba llena de agua. El auto qued� encajonado en la acequia y les fue imposible abrir las puertas. El agua comenz� a subir, y lentamente los cubri� a todos. Esos �ltimos momentos fueron de horror. Los golpes sufridos por el accidente, junto con la asfixia, cobraron seis vidas j�venes al mismo tiempo. Los titulares de los peri�dicos anunciaban: �Un auto lleno de j�venes cae en una acequia y se hunde en el agua. Fue imposible para los j�venes abrir las puertas.� �A qu� podemos atribuir estas muertes? �A la insensatez juvenil? �A la necedad de manejar a ciento sesenta kil�metros por hora en estado de embriaguez? �A la fatalidad cruel y despiadada? �Al castigo de Dios? Muchas conjeturas se pueden hacer sin llegar a nada, pero una cosa s� es cierta. La muerte de esos seis j�venes -tres parejas brillantes- es todo un s�mbolo. Es un s�mbolo de la sociedad actual que se halla encajonada como el auto en la acequia. Podemos usar varias met�foras para describir la situaci�n de nuestra sociedad. Podemos hablar de un �callej�n sin salida�, o de una �v�a muerta� o de un �torrente irreversible�. Pero siempre estaremos describiendo la misma situaci�n: una sociedad rumbo a la destrucci�n inexorable que nadie puede detener. La destrucci�n de la familia es la prueba m�s evidente de ello. �Qu� podemos hacer? El primero de los doce pasos del grupo �Alcoh�licos An�nimos� dice: �Reconocemos que somos incapaces de vencer nuestro alcoholismo.� Mientras nos creemos capaces de resolver solos nuestros fracasos, nunca saldremos del infortunio. El segundo de los pasos dice as�: �S�lo un poder superior al nuestro podr� cambiar nuestra condici�n.� Esa condici�n que nos tiene dominados es el pecado que reina en nuestro coraz�n. Y el poder que puede rescatarnos es el poder de Jesucristo, el Hijo de Dios. San Pablo lo expres� de esta manera: �A la verdad, no me averg�enzo del Evangelio, pues es poder de Dios para la salvaci�n de todos los que creen� (Romanos 1:16). La �nica soluci�n para la sociedad actual y para cada uno de nosotros es reconocer nuestra condici�n y luego aceptar el amor de Cristo. Esa es nuestra �nica soluci�n.
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