Los panameños saboreamos la dulce y la amarga con la participación de nuestros dos únicos competidores en el Mundial de Atletismo que se desarrolló en Berlín la semana pasada.
El jueves 20 de agosto, Alonso Edward nos dio una inesperada medalla de plata en la final de los 200 metros planos. Su tiemo de 19 segundos con 81 centésimas le dio el récord nacional y latinoamericano en la distancia. Incluso posibilidad de mejorar quedó en el ambiente, ya que el propio Edward reconoció que su partida no fue la mejor.
Al único que no pudo superar fue al fenómeno jamaiquino llamado Usain Bolt, que estableció un récord increíble de 19 segundos con 19 centésimas.
Dos días después, vivimos la decepción de ver al campeón olímpico y mundial de salto largo, Irving Saladino, quedar descalificado en la final y perder su condición de campeón mundial. Sin embargo, la actitud de Saladino se mantuvo positiva, asegurando que solo fue un tropezón en su carrera, y que vendrán más títulos.
Independientemente de los resultados, la presencia de esos panameños en el más alto nivel del atletismo se establece como una fuente de inspiración para nuestra juventud, y les recuerda que sí hay rutas de escape a las pandillas, a la droga y a la ociosidad, siempre y cuando se le ponga el empeño y la disciplina.
En nuestros barrios populares existen miles de chicos dotados de la misma habilitad atlética que Edward y Saladino; y el biotipo necesario para destacar en cualquier disciplina deportiva. Después de todo, el béisbol, el baloncesto, el fútbol o el boxeo no son las únicas alternativas.
Con este escenario, el gobierno debe redoblar su apoyo al deporte nacional, ya que los resultados están comenzando a verse. Los futuros Saladinos y Edwards esperan su oportunidad para darnos gloria.