La cara de susto que puso el chico al ver el auto llamó poderosamente mi atención. Su rostro mostraba temor. Miraba con desconfianza y dudaba en cruzar la calle, y de la ventana salió una mano haciéndole señas de que podía pasar. Este gesto cortés brindó seguridad al joven peatón, quien rápido caminó por la línea de seguridad.
Un taxista viajaba hacia el destino del pasajero que transportaba. El transportista iba con calma por una calle bastante transitada. Al llegar a una esquina hizo el alto, esperó a que pasaran otros automóviles y avanzó. El chofer frenó de pronto, puesto que otro taxista sin importarle se abalanzó sobre la carretera, girando velozmente. Tremendo grito dio la pasajera. "Ya no hay cortesía en el manejo", sentenció la misma.
En una intersección con semáforos y cámaras, el conductor de un auto elegante pitaba con desesperación a otro que esperaba el cambio de luces para seguir. Al ponerse la luz verde, el auto de adelante fue sorprendido por el de la camioneta que pasó apurado a su lado haciendo gestos con la mano y expresándole insultos.
La persona que recibió estas agresiones se sorprendió del ataque porque señaló que trata siempre de cumplir con las reglas del tránsito.
Estas historias se suscitan en sitios distantes, como son David y Betania en Panamá, Pero como leerán, las actitudes irresponsables al conducir un auto son las mismas.
Sin importar el lugar, la falta de respeto y atención al manejo son causantes de graves problemas en las calles, cuyos resultados dejan víctimas fatales y hogares incompletos.
Más de 400 muertes por accidentes automovilísticos al año se registran en Panamá. La poca conciencia de muchos conductores al tocar un volante sigue presente en estos hechos. A la mala actitud se unen cantidad de peatones.
Igual autoridades en su pobre participación. Algunos miran a otro lado cuando hay que castigar a los imprudentes.
