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Pinchazos

Milciades Ortíz | Catedrático

Eran los tiempos duros de la dictadura militar narcotraficante panameña.

Un profesional que hablaba y escribía contra los militares tuvo un problema en su familia. Lo peor del asunto es que su auto estaba dañado y no podía movilizarse.

Toda esta situación la habló por teléfono con familiares buscando una solución.

Había pasado pocos minutos cuando alguien tocó su puerta.

Era un oficial de rango bajo de las Fuerzas de Defensa, quien con un tono de respeto dijo:

"Señor, hemos sabido que no tiene transporte para solucionar esta urgencia. Estoy aquí para llevarlo donde desee..."

El civilista casi se muere de un infarto y le dio miedo. Nunca pensó que su teléfono estuviera intervenido por la dictadura.

Entonces me llamó y con voz temblorosa me pidió consejo. Le dije que lo que le había ocurrido era parte del riesgo que los civilistas debíamos tener en cuenta. No había privacidad en nuestros teléfonos...

�Cómo se comunicaban los civilistas telefónicamente?

Se procuraba pasar los informes y consignar para ir a las "marchas blancas" en forma sigilosa. Por "casualidad" se encontraban en el pasillo de un supermercado, o en una mesa de algún restaurante.

Si había que usar teléfono, escogían los públicos, que no podían rastrearse rápidamente. Se hablaba en clave para despistar a los "sapos" del G2, que escuchaban las conversaciones de los que ellos consideraban "enemigos del pueblo".

Incluso, algunos con mentalidad de película dejaban papelitos en ciertos sitios, a determinada hora.

Hablar con un radio a todo volumen también era forma de burlar los "pinchazos" telefónicos.

Recordé todo esto al enterarme de que el gobierno del cambio quiere saber los nombres de quienes tienen celulares.

La excusa no me convence del todo. Eso de que es para controlar a los maleantes que actúan desde la cárcel me parece superficial.

Tampoco se detectaría el narcotráfico y el pandillerismo.

Los maleantes, sean de saco y corbata, o "hijos de la cocinera", buscarán los medios para que no los identifiquen.

Aquí creo que pasa algo igual que con los permisos de portar armas de la gente decente de Panamá. Nosotros tenemos que sufrir muchos obstáculos para conseguir un arma para cuidar nuestra vida y honra.

Sin embargo...�los maleantes tienen hasta metralletas!

Como dicen en La Pita, ese control de teléfonos "huele a quemado".



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