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Jueves 26 de agosto de 1999



FAMILIA
Narc�tico an�nimos

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Joaqu�n Arias
Redacci�n

Antes de venir a Narc�ticos An�nimos, nos parec�a que nadie podr�a entendernos o entender las cosas que hab�amos hecho. Ten�amos que si alguna vez nos revel�semos tal como �ramos, seguramente nos rechazar�an. A la mayor�a de los drogadictos esto les resulta inquietante. Reconocemos que hemos sido poco realistas al pensar de este modo. Nuestros compa�eros de N.A. s� nos comprenden.

Debemos escoger con cuidado la persona que escuchar� nuestro problema. Debemos asegurarnos de que sabe lo que estamos haciendo y por qu� lo estamos haciendo. Aunque no haya ninguna regla fija sobre a qui�n debemos escoger, es importante que tengamos confianza en la persona elegida. Hemos de confiar plenamente en la integridad y discreci�n de esta persona para poder llevar a cabo este paso conscientemente. Algunos conversamos con un desconocido, mientras que otros nos sentimos m�s a gusto con un miembro de Narc�ticos An�nimos. Hay menos posibilidades de que otro drogadicto nos juzgue con mala voluntad o que hayan mal entendidos.

Una vez que nos hemos decidido y que estamos solos con la persona en la cual hemos depositado nuestra confianza, le leemos nuestro inventario. Queremos ser categ�ricos, honestos y concienzudos porque nos damos cuenta de que esto es una cuesti�n de vida o muerte.

Algunos hemos intentado ocultar parte de nuestro pasado, tratando desesperadamente de encontrar formas m�s f�ciles de enfrentarnos a nuestros sentimientos internos. Nos puede parecer que hemos hecho bastante escribi�ndolo todo y esto es un error que no podemos permitirnos. Este paso pone al descubierto nuestros motivos y nuestras acciones verdaderas. No podemos esperar que estas cosas se revelen por s� solas.

Vencemos finalmente nuestra tensi�n y as� podemos evitarnos culpabilidades en el futuro.

No aplazamos nuestra decisi�n. Debemos ser exactos. Queremos contar simplemente la verdad, cuanto antes mejor. Siempre existe el peligro de que exageramos nuestras faltas y de que igualmente minimicemos o racionalicemos nuestra parte en situaciones del pasado. Si seguimos siendo como �ramos cuando llegamos a N.A., todav�a queremos "quedar bien".

Los drogadictos tienen tendencia a vivir vidas secretas. Durante muchos a�os hemos ocultado nuestra falta de auto-estima bajo falsas apariencias que pens�bamos enga�aban a la gente. Por desgracia hemos acabado enga��ndonos a nosotros mismos m�s que a nadie. Aunque muchas veces aparent�bamos ser atrayentes y llenos de confianza por fuera, en realidad escond�amos una persona d�bil e insegura por dentro. Tenemos que deshacernos de esta m�scara. Leemos nuestro inventario tal como esta escrito, sin omitir nada. Seguimos abordando este peso honestidad y meticulosidad hasta que hayamos acabado. Es un gran alivio deshacernos de todos nuestros secretos y de compartir el peso de nuestro pasado.

Normalmente, cuando compartimos este paso, el oyente compartir� tambi�n algo de su historia personal y descubriremos que las cosas sobre nosotros, que pens�bamos que eran tan horribles o diferentes, no eran tan especiales. Al ver la aceptaci�n de nuestro confidente, nos damos cuenta que podemos ser aceptados tal como somos.

Puede que sea dif�cil acordarnos de todas nuestras faltas. No obstante, hacemos lo que podemos para poner nuestro mayor esfuerzo. Empezamos a experimentar verdaderos sentimientos personales de una naturaleza espiritual. Donde antes ten�amos teor�as espirituales. Este examen inicial de nosotros mismos nos revelar� cosas que por lo general no nos gustan. De todas maneras, afrontando estas cosas y sac�ndolas a la luz del d�a nos permite tratarlas constructivamente. No podemos efectuar estos cambios solos. Necesitamos la ayuda de Dios, tal como lo concebimos y la comunidad de Narc�ticos An�nimos.

"Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos defectos de car�cter".

�Por qu� pedir algo para lo cual no estamos preparados. Esto ser�a buscarse complicaciones. Cu�ntas veces, nosotros que somos drogadictos, busc�bamos recompensa a labores duras sin haberlas hecho. Es la buena voluntad por lo que luchamos en el sexto paso. La sinceridad con que trabajemos este paso ser� proporcional a nuestro deseo de cambiar.

�Queremos de verdad deshacernos de nuestros resentimientos, de la c�lera, del miedo ? Muchos nos aterramos a los temores, a las dudas, al odio hacia nosotros mismos o al aborrecimiento de otras personas porque el dolor que no es familiar inspira una cierta, aunque deformada, seguridad interior. Parece m�s seguro lo que se conoce, m�s que abandonarse a lo desconocido.

Debemos deshacernos de nuestros defectos de car�cter de una forma decidida. Sufrimos porque sus demandas nos debilitan. Con el orgullo que ten�amos, ahora vemos que es la arrogancia lo que nos domina. Los que no somos humildes, ahora nos vemos humillados. Siendo codiciosos, nunca nos sentimos saciados. Mientras antes nos las apa�abamos con el miedo, la ira, la falsedad o la autocompasi�n, ahora nos damos cuenta de que nublan nuestra capacidad de pensar l�gicamente.

El ego�smo se vuelve una cadena intolerable y destructiva, que nos ata a nuestros malos h�bitos. Nuestros defectos llegan a consumir todo el tiempo y toda la energ�a de que disponemos.

Examinemos el inventario que hicimos en el cuarto paso, mirando muy detalladamente lo que estos defectos logran hacer de nuestras vidas. Comenzaremos a experimentar el deseo de liberarnos de ellos. Rezamos, o al menos estamos dispuestos, preparados y receptivos, para dejar que Dios elimine tan nefastos rasgos de nuestra personalidad. Necesitamos cambiar de personalidad si queremos permanecer limpios. Queremos pues cambiar.

Deber�amos estudiar esos viejos defectos con la mente abierta, sin perjuicios. Aunque nos damos cuenta, todav�a seguimos cometiendo los mismos errores ; somos incapaces de romper con las malas costumbres. Pero contamos con compa�eros en N.A. que nos ayuden a conseguir el modo de vida que ansiamos. Preguntamos a nuestros amigos "realmente lo intentastes". Casi sin excepci�n, la respuesta es: "s�, lo mejor que pudimos". Viendo que, efectivamente, hay defectos en nuestra vida, los aceptamos ; as� podremos deshacernos de ellos y a ir empezando una nueva vida. Aprendemos que estamos creciendo cuando cometemos errores, pero nuevos y no ya eternas repeticiones de los antiguos.

Al proceder con el sexto paso, es importante recordar que somos humanos y que, por consiguiente, ser�a poco realista esperar exagerados logros personales. Este es un paso que incluye primordialmente buena voluntad. Tal es el principio espiritual del Sexto Paso. Equivale a decir que, ahora nuestra intenci�n es vivir en una direcci�n espiritual. Naturalmente, siendo como somos humanos, siempre existe la posibilidad de que alguna vez nos desviemos del camino trazado.

Rebelarse es un defecto de car�cter que se puede presentar ahora y muy peligrosamente. Si nos sentimos.

 

 

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