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MENSAJE
Un mensaje a la conciencia
Hermano Pablo
Cr�tica en L�nea
Poorna Denij es una joven muy moderna, y adem�s multimillonaria. Es hija del maharaj� de Norvi en la India, uno de los ricos pr�ncipes del legendario pa�s. Poorna viv�a y estudiaba en Londres y acostumbraba ir a las fiestas y org�as de los j�venes de su clase. En una de esas fiestas de m�sica pop, cigarrillos, licor y drogas, Poorna se excedi� en la dosis de un narc�tico. En un estado de euforia, concert� matrimonio con Jimmy Dobrajee, un melenudo guitarrista de m�sica popular. Los j�venes se casaron entre los pl�cemes de sus cong�neres, copas de champagne y suave y azulino humo de marihuana. Cuando a Poorna se le pas� el estado de euforia, se dio cuenta de lo que hab�a hecho. Ella no amaba a Jimmy en ning�n modo. Adem�s le parec�a vulgar, antip�tico y feo. Y no le gustaba su modo de interpretar la m�sica pop. Por lo tanto, Poorna se present� ante el juez y pidi� la anulaci�n de su matrimonio. �No tengo ning�n inter�s en �l -declar�-. Me cas� con �l en un estado que no era normal. Quiero que anule mi matrimonio.� Pero el juez deneg� el pedido. �Su estado de esp�ritu puede haber sido poco usual -fall� el magistrado-, pero las pruebas no llegan a demostrar que su esp�ritu no concordaba con su aparente intenci�n de casarse.� La actitud de esa muchacha es la de casi todos nosotros. Cuando hemos cometido un error, y el error se descubre y demuestra ser funesto, nos disculpamos diciendo: �No era mi intenci�n; no sab�a lo que estaba haciendo.� La sabidur�a popular dice: �Lo que vale es la intenci�n.� Y la Biblia, con su sabidur�a milenaria, dice: �Ciertamente, la palabra de Dios... juzga los pensamientos y las intenciones del coraz�n. Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo est� al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas� (Hebreos 4:12,13). No nos libra de culpa del pecado cometido decir: �No quise hacer eso, no ten�a la intenci�n de hacerlo; me equivoqu�.� Dios, que examina hasta lo m�s profundo de nuestro coraz�n, sabe muy bien que all� yace toda intenci�n mala y toda disposici�n pecaminosa. S�lo Cristo limpia por completo el coraz�n, que es la fuente de la vida.
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