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No es inusual que algunos políticos pretendan resolver sus diferencias a golpes. En el siglo diecinueve, algunos miembros del Congreso estadounidense dirimían sus controversias a bastonazos.
Unos meses atrás en Venezuela, se formó un gatuperio tremendo en la Asamblea, que enfrentó a golpes a representantes del gobierno y la oposición. Y el año pasado, un diputado nicarag�ense sacó su revólver e hizo varios disparos al aire, en medio de una disputa con simpatizantes de un equipo contrario de béisbol.
Los excesos de esta índole tienen también su trayectoria en Panamá. Durante una sesión legislativa en tiempos de dictadura, el nunca olvidado Lucho Gómez (PRD) agredió a Willie Cochez, quien lo neutralizó con una pistola de agua.
Cómo olvidar la actuación estelar de Balbina Herrera (PRD) durante la visita del Presidente Bush (padre) a Panamá, en 1992. En ese incidente, "La Faraona" se revolcó por la calle en su intento por liberar a un maleante arrestado por la policía.
Balbina se recicló después de que el Toro ascendió a la presidencia y todo parece indicar que ha abandonado los comportamientos díscolos que antes practicaba. Pero otros políticos no han sabido controlarse tan bien y en días pasados los hemos visto usar armas de fuego y enfrentarse a puñetazos.
Mientras tanto, brillan por su ausencia el Ministerio Público y el sistema judicial, que deben resolver las controversias precisamente para evitar acciones violentas y la privatización de la justicia. Vamos bien. |
