Jueves 3 de sept. de 1998

 








 

 

FAMILIA
La guerra contra las drogas

James A. Inciardi

DEL POLVO DE DOVER A LA HIERBA MEXICANA DE LAS CUNETAS
La temprana historia del consumo de drogas en Estados Unidos

Luando el comercio con Inglaterra se interrumpió durante la Guerra Revolucionaria, en Estados Unidos surgió una industria de medicinas patentadas, alentada también por el estado de la medicina regular del siglo XVIII y principios del XIX. La tendencia prevaleciente de la terapia médica norteamericana había subrayado la sangría y las purgas extremas. Era la era "heroica" de la medicina, pero las sospechas ante las terapias heroicas llevaron a muchos a buscar remedios caseros o "curas" disponibles a través de su almacén local de ramos generales. Estas sospechas se vieron intensificadas aún más con el surgimiento de la democracia jacksoniana y su antagonismo respecto de los intelectuales.

El uso de morfina inyectable se había vuelto tan generalizado en la década de 1890 que la tecnología pronto respondió con la producción de equipo barato para uso masivo. En la edición de 1897 del catálogo Sears Roebuck, por ejemplo, los equipos hipodérmicos, que incluían una jeringa, dos agujas, dos redomas y una caja donde se guardaban, se anunciaban a un precio tan bajo como 1,50 dólares, con agujas extra a 25 centavos cada una ó 2,75 dólares la docena.

Además del uso no controlado de opio en las medicinas patentadas y de morfina inyectable, la práctica de fumar opio también era predominante. Los trabajadores chinos que se importaron para construir las vías de ferrocarril y trabajar en las minas del Oeste del Mississippi, la introdujeron en Estados Unidos. Se estimaba que, para 1875, fumar opio se había generalizado, especialmente entre prostitutas, jugadores y otros habitantes del submundo, pero también entre hombres y mujeres más respetables de la clase media y alta.

En cuanto al volumen total de opio y de morfina concretamente consumido durante el siglo XIX, el cuadro no es totalmente claro. La producción interna de opio estaba limitada como consecuencia deficiente en morfina, de manera que un indicador de consumo podía tomarse de las cifras de importación. Según datos que reunió el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos en 1924, más de 7.000 toneladas de opio crudo y casi 800 toneladas de opio para fumar se importaron durante el período de cuatro décadas que finalizó en 1899. Las estimaciones del número tan elevado como 3 millones. Sin embargo, otros datos reunidos con más rigor para dicho período indicaban que el uso de drogas narcóticas sin duda era generalizado. En 1888, por ejemplo, un examen de 10.000 prescripciones de las farmacias de la zona de Boston descubrió que alrededor del 15% contenían opiatos, y eso era sólo en Boston. En 1900 se estimó que en el pequeño estado de Vermont se vendían 3.3 millones de dosis de opio por mes.

EL DON DIVINO DE LOS INCAS

Fuera del opio y la morfina, la industria de medicinas patentadas se ramificó aún más. Si bien mascar hojas de coca por sus suaves efectos estimulantes había sido parte de la cultura andina durante unos mil años, por algún oscuro motivo la práctica nunca se había vuelto popular en Europa o en Estados Unidos. Durante la parte final del siglo XIX, sin embargo, Angelo Mariani de Córcega llevó a conocimiento del resto del mundo ese inocente arbusto peruano. Después de importar toneladas de hojas de coca a su patria natal, produjo un extracto que mezcló con vino y que llamó Vin Coca Mariani.

 

 

 

 

 



 

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