Los moradores de la Barriada Villa Mireya, en el distrito de Capira, sienten que el haberle puesto ese nombre a esta comunidad, es como una especie de maldición, porque ahora nadie se acuerda de ellos y los tienen olvidados.
Son cerca de 259 familias las que viven en estos terrenos que fueron conseguidos en la administración de la presidenta Mireya Moscoso, por lo que decidieron ponerle el nombre en su honor, pero esto lejos de ayudarlos, los perjudicó con el cambio de gobierno.
Totalmente frustrada por la situación en que viven, Omayra Zúñiga dice que "aquí se han olvidado todos de nosotros, parece que por ponerle el nombre de la señora Mireya, fuimos condenados, porque para que una autoridad venga aquí tenemos que tirarnos a la calle".
El problema más urgente es la falta de un sistema eficiente de agua potable, ya que actualmente se abastecen de un pozo, cuya agua hasta hace poco no estaba siendo clorada, por el cual tienen que pagar B/.2.50 mensuales por casa.
Se trata de una turbina, a la cual se le instaló una tubería de donde salen dos chorros de agua y las personas deben tomar el vital líquido en horario de 8: 00 a 10:00 de la mañana y de 6:00 de la tarde a 10 de la noche, con sus tanques en carretilla.
"Aunque la necesidad tiene cara de perro", como dice el refrán, muchos no toman el agua que proviene de esta turbina, ya que existen muchas letrinas cercanas a ese pozo y tienen 6 meses que no la clorinan, por lo que prefieren comprarla en otro lado.
Eso no es todo. Desde que estas personas llegaron a ocupar estos terrenos en el año 2004, logrando lo poco que tienen por autogestión, todavía se mantienen en calidad de precaristas, porque no poseen ningún documento que los acredite como dueños.
El transporte constituye otro problema porque al menos para los moradores de la segunda etapa de la Barriada Villa Mireya, constituye un "dolor de cabeza", porque diariamente tienen que caminar hasta 20 minutos para salir a la calle a tomar un bus.
Tampoco tienen una parada donde protegerse del sol y las lluvias, por lo que no les queda más remedio que pararse a orillas de la calle, junto a un taller de ebanistería, ante el peligro de que un carro los atropelle, sobre todo en horas de la noche, donde no se ve nada.
En Villa Mireya, sobre todo en la segunda etapa existen casas de precarias condiciones, incluso algunas que han sido víctimas de incendio y otras de madres solteras, que necesitan que el gobierno a través del Ministerio de Vivienda, las ayude a vivir dignamente.