Shinzo Abe anunció ayer su dimisión como primer ministro de Japón sin haber cumplido un año en el Gobierno, presionado por una galopante falta de apoyos, los escándalos de corrupción de varios ministros y sus escasas dotes de liderazgo.
Con semblante serio y síntomas de cansancio, Abe explicó que renuncia por la falta de confianza del pueblo nipón y sus dificultades para prorrogar la Ley Antiterrorista, por la que Japón presta apoyo logístico a EE.UU. en Afganistán, debido al rechazo frontal de la crecida oposición nipona. Uno de los nombres que más suena para sucederle es el de Taro Aso, actual secretario general del Partido Liberal Democrático, y anterior ministro de Exteriores.