Hay algunas personas que tienen conceptos equivocados frente al trato que deben tener con los ancianos, en donde tienen algunos mitos y realidades que les impide comprender su situación y así facilitar su relación con ellos.
Envejecer no es enfermar y una cosa no ha de llevar a la otra y además no hay que caer en el error de creer que un deterioro orgánico implica un déficit cognitivo o un decremento en la capacidad de respuesta psicológica y vivencial del sujeto.
Por ello la actitud ideal ante el anciano en su relación con él sería la de individualizar, ya que no existe una forma de comportarse, hablar o hacer ante ellos pues si así se hiciera caerían en una discriminación negativa ante un ser diferente a cualquier otro, que en la gran mayoría de los casos tiene prácticamente intactas todas sus calidades acumuladas a lo largo del tiempo.
Dentro de lo que es el rol que damos al anciano, estaría la relación con las otras personas y que viene marcada por una discriminación modal de rechazo de lo joven hacia lo viejo, pues esto se asocia con lo decrépito, lo feo y lo inútil, lo que presupone un trauma el envejecer equiparándolo a la enfermedad, la incapacidad, el dolor físico, la dependencia, además de un terror existencial por la proximidad de la muerte.
En el anciano se dan juntos los grandes tabúes de la sociedad occidental: el dolor, la decrepitud, la locura y la muerte. El hombre occidental ha dado la espalda a estos temas y de forma inconsciente los rechaza y se aparta de ellos. Su relación con los ancianos mejoraría muchísimo si todos fueran capaces de aceptar su destino y se preocuparan más sobre esos temas que tocan a las personas de más edad y a todos.
La mejor forma de relacionarse con un adulto mayor es olvidándose de su edad, llamarlo por su nombre y tratarle según las cualidades y defectos que manifiesta no anteponiendo ningún estereotipo sobre él, exactamente igual que con cualquier otro ser humano.
No a todos los ancianos les gusta ser tratados de la misma manera, recuerde que no se necesita una vacuna para estar con los ancianos, ni realizar ningún curso especializado para llevar una buena relación.